De acuerdo con los kabbalistas, todo lo que está escrito en la Biblia
tiene un significado espiritual más profundo y que va más allá de la
historia o la descripción física. Por lo tanto, cuando leemos que el
Creador le pide a Moisés que oriente al pueblo a construir un
Tabernáculo en medio del desierto, no sólo estamos leyendo sobre la
construcción de una estructura física, sino también de un espacio
metafísico mediante el cual podemos conectar con la Luz.
Cuando el Creador dice: “Construyan un lugar para Mí, una casa donde
pueda estar dentro de ustedes”, en realidad está diciendo “Construyan un
lugar dentro de ustedes, en su corazón y alma, donde yo pueda formar
parte de ustedes”. Abandona las estupideces, la ira y la negatividad.
Saca la oscuridad que te separa de la realización verdadera. Deshazte de
la depresión y el juicio. Renuncia al egoísmo, la mentalidad de “sólo
me ocupo por mí mismo”. ¿Por qué? Porque cuando nos deshacemos de todas
estas cosas, podemos crear espacio para la Luz.
Tal vez algunos de ustedes se preguntarán: si todos somos parte de
Dios y nosotros podemos crear esta unidad con el Creador, ¿entonces por
qué necesitamos lugares para reunirnos y conectar? ¿No podemos
simplemente conectarnos desde casa?
La respuesta es no. El Creador le estaba diciendo a Moisés que creara
un lugar donde pudiera existir la sensación de unidad mediante el
intercambio de amor; un lugar al que todos podríamos acudir cuando
estuviéramos cabizbajos o deprimidos, cuando estuviéramos felices o
emocionados, o inclusive simplemente cuando sintiéramos la necesidad de
estar con las personas que nos importan.
Por un lado, sí, podemos conectar con la Luz por nosotros mismos.
Cada uno de nosotros recibió un hilo de vida, y con este hilo podemos
ser más como el Creador. Pero como somos humanos y tenemos nuestras
debilidades, necesitamos otros hilos, otra energía con la cual
combinarnos y crear esta unidad. Necesitamos lugares compartidos para
decir “Oye, me equivoqué. Por favor, perdóname”. Así como necesitamos
crear un Tabernáculo metafísico interno, también necesitamos crear un
Tabernáculo físico externo para todos nosotros.
Hay un relato sobre un gran kabbalista, quien poseía una energía
increíble, que entró en un lugar de adoración. Sin embargo, tan pronto
como llegó, le dijo a un hombre sentado cerca de la puerta: “No puedo
entrar ahí. Está tan lleno de oraciones, tan lleno de energía, tan lleno
de los deseos y lágrimas de las personas. No puedo entrar”.
Sorprendido y confundido, pero muy al tanto del poder y energía de
este gran kabbalista, el hombre respondió: “Pues, ¿no es eso lo que
queremos de un lugar de oración? ¿No queremos estar llenos de todas esas
cosas?”.
“No”, dijo el kabbalista. “No queremos que permanezcan ahí. Queremos
que se eleven a los Mundos Celestiales donde el Creador pueda
recibirlas. Y la razón por la que éstas no suben es porque todas estas
lágrimas y todas estas personas están llorando solas, no están juntas.
No hay unicidad, no hay unidad en este lugar. Y por lo tanto, toda esta
energía permanece aquí y no puede ser liberada al cielo”.
A través de esta historia, podemos aprender que nuestro poder para
hacer cambios, para realmente hacer una diferencia y hacer que nuestras
oraciones sean contestadas, sólo es posible si somos parte de algo más
grande que nosotros mismos. Cuando hablamos de un Tabernáculo, estamos
hablando de un lugar donde nos reunamos con otras personas en el mismo
campo de juego, un lugar donde la gente pueda verse a los ojos y
quererse, un lugar donde podamos decir “lo siento” y un lugar donde
podamos decir “gracias”.
La energía de esta semana nos recuerda que ningún hombre es una isla.
No podemos hacer nuestro trabajo espiritual solos. Necesitamos tener
gente que nos rodee y mediante la ocupación verdadera unos por otros, a
pesar de nuestra diversidad y diferencias, poder construir un lugar
donde exista el amor.
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