Cuando somos severos con nosotros mismos es porque olvidamos que no se
supone que somos perfectos. Fuimos hechos para volvernos perfectos. Y lo
mismo aplica para los otros. Si mantenemos esto en mente no seremos
duros con nosotros mismos ni con los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.