Puede que no parezca algo malo querer el automóvil de alguien o su
apariencia, pero si la envidia no se transforma, puede echar raíces y
crecer hacia todo tipo de de comportamientos autodestructivos en un
intento de volvernos más como aquellos a quienes idolatramos, desde
cirugías plásticas hasta trastornos alimenticios o sentimientos de
incapacidad o de no ser lo suficientemente buenos.
Recuérdate a ti mismo que la felicidad no es tangible y por ende
nunca se encontrará en cosas materiales. La felicidad es, sin embargo,
tu derecho de nacimiento. Acércate a ella al apreciar todo lo que eres y
todo lo que tienes.
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