Cuando nos sentimos vacíos, intentamos llenarnos con rellenos
temporales como la comida, las drogas, el sexo o las compras. ¡O
intentamos escapar a otro lugar por completo! ¿Vacío en un matrimonio?
Buscamos otro esposo/a. ¿Problemas en un empleo? Encontramos otro.
Pero como sabemos, la elevación temporal se desvanece, lo cual nos
deja sintiéndonos agotados, y nuestros problemas nos siguen de un
consorte al otro y de un trabajo al otro.
Existe sólo una forma de remover el vacío y esa forma es: Cambiando nosotros mismos.
Cuando somos confrontados con el vacio o con un problema, es el momento de comenzar a preguntarnos las interrogantes como: ¿Qué
no he estado dispuesto a hacer para crear la vida que quiero vivir?
¿Dónde soy culpable en esta situación? ¿Qué podría estar haciendo
diferente?
El vacío es un obsequio del universo diciéndonos: “¡Despierta! Estás
en un camino hacia la destrucción. No estás haciendo el trabajo de
cambiarte a ti mismo”.
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