La persona en quien estamos destinados a convertirnos es virtualmente irreconocible para la persona que somos hoy en día.
Esto sugiere algunas verdades espirituales profundas, entre las que
se encuentran: que estamos lejos de alcanzar todo nuestro potencial; que
nuestros sueños nunca son demasiado grandes y, lo más importante: que no tenemos idea de lo que somos realmente capaces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.