Nuestro pasado no dictamina quienes somos.
Sin importar dónde hemos estado o qué hemos hecho en el pasado, el
que podamos cambiar es un obsequio de Dios. ¡Podemos convertirnos en la
persona que siempre hemos soñado ser!
Todos tenemos el poder de reinventarnos como alguien mejor de lo que éramos ayer.
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