Vivimos nuestra realidad basándonos en
lo que creemos. Todo acaba reduciéndose a nuestras creencias. Entonces
¿de dónde vienen nuestras creencias?: De lo que dice la ciencia, la
historia, la religión, la cultura, los medios de comunicación, nuestra
familia y antepasados, de nuestras emociones ,condicionamientos y
asociaciones…
Las creencias se
desarrollan a partir de nuestra experiencia personal, según cómo
resolvemos nuestras necesidades emocionales, y ésto se ve influido por
la familia en la que hemos nacido, la sociedad en la que vivimos y sus
medios de comunicación. La cultura a la que pertenecemos, nuestro mundo,
nos dice cómo ha de ser nuestra vida. La influencia comienza antes de
que los niños nazcan, en la concepción y gestación.
Del
nacimiento a los dos años la actividad del cerebro genera ondas delta, y
de los 2 a los 6 ondas theta. Ambas ondas producen estados
sugestionables que almacenan la información y lo registran todo sin
filtros.
Nuestros cerebros hasta los 7
años están en un estado hipnogógico o de ensoñación donde los
comportamientos, creencias y actitudes que observamos y percibimos en
nuestros padres y cuidadores se graban como las rutas sinápticas
inconscientes. Después estas rutas controlan nuestra biología durante el
resto de nuestra vida hasta que las observamos y las hacemos
conscientes. De adultos tenemos creencias que se formaron siendo niños.
Muchas de nuestras actitudes hacia la comida y hacia nuestro cuerpo se basan en grabaciones de estos primeros años.
De pequeños podemos escuchar de nuestros cuidadores “Hay que dejar el plato limpio”, “come espinacas para que tengas mucho hierro y seas muy fuerte”, “sin carne no tienes hierro”, “hay
niños en Africa que mueren de hambre y tú no te comes todo”, “si te
portas bien te doy una chuchería”, “como has sido malo no tienes postre”
En
la adolescencia somos más receptivos e influenciables a los mensajes
sobre nuestro cuerpo y a nuestra imagen corporal. Las creencias de los
familiares, los amigos y la publicidad se pueden grabar en nosotros: “La
delgadez es sinónimo de salud y belleza”, “Si como un yogurt light
adelgazo”, “comer light es cuidar tu salud”, “las mujeres sólo son
atractivas si están delgadas”, “si comes pan engordas”, “el chocolate
hace que te salgan granos”, “En nuestra familia todos tenemos el
colesterol alto y no podemos comer grasas “. Sin una actitud crítica
que observe cuáles son los intereses que hay detrás de cada uno de los
mensajes de los medios de comunicación sobre la belleza, la delgadez y
los alimentos que debemos consumir, nuestra relación con el cuerpo y la
comida puede resentirse. La publicidad se remonta a la antigüedad, se
conocen anuncios de la época de la antigua Roma. Su objetivo es grabar
creencias en nuestro inconsciente que nos lleven a consumir sus
productos que se asocian al éxito, el reconocimiento, la belleza, ser
especial, diferente…
Lo bueno, lo
malo, los juicios, lo que nos gusta y lo que no nos gusta, las pautas de
conducta de nuestros cuidadores…todo queda almacenado. Las creencias de
otros se convierten en el fundamento de lo que consideramos verdadero
con respecto a nosotros mismos y al mundo.
Podemos
tener creencias limitantes respecto de nosotros mismos, de lo que nos
sienta bien o mal respecto a la alimentación, de cómo es nuestro
metabolismo y nuestra fuerza de voluntad para conseguir las cosas que
deseamos. “Tienes el mismo metabolismo que tu tia, tu gordura es genética”
Todas
las creencias se viven como certezas, son una película mental de cómo
somos, como seremos. Y son los cimientos para construir nuestra
identidad. Las creencias no son ni ciertas ni falsas: son creencias, y
todos tenemos las que necesitamos en cada momento.
No
es suficiente que una cosa sea comestible para que sea consumida: son
necesarios unos condicionamientos culturales. Lo que nos gusta, lo que
preferimos en la alimentación, está determinado por las contingencias
ambientales, políticas y económicas , pero sobretodo por los ritos
sociales, por los valores éticos, religiosos, espirituales…
Si
creemos que los vegetarianos son personas especiales, más espirituales y
bondadosas, y nosotros deseamos ser así comeremos de ese modo, y
podemos no tener en cuenta los mensajes de nuestro cuerpo. ¿Por qué
elijo un estilo de alimentación?
Algunos
alimentos están asociados a momentos de afecto con seres queridos y
cuando ingerimos esa comida nos sentimos como entonces. Si nuestra
abuela nos daba leche calentita con miel para dormir, y junto a esa
leche recibíamos su ternura y presencia, ese vaso con miel será para
nosotros un bálsamo de paz y amor.
Para
otras personas la leche se relacionará con la madre, y según sea el
vínculo con ella así de beneficioso o no será ese alimento. No hay
verdades absolutas en las formas de alimentarnos. Hay estudios
documentados que consideran que la leche es beneficiosa para la salud
durante toda la vida, y estudios que documentan todo lo contrario.
¿Crees que es necesario y beneficioso eliminar la leche de vaca de tu
dieta? ¿Es un alimento sano o perjudicial?¿Cómo lo sientes tú? Puedes
escuchar “Sin leche tus huesos se descalcifican”, “Es la industria
láctea la que promueve el consumo de leche”, “La leche es la principal
causa de alergias en niños y adultos”, “La leche de soja es más sana que
la leche de vaca”… Observa, escucha tu cuerpo: ¿Qué te sirve a ti? ¿Por qué comes lo que comes?
Los
alimentos tienen generalmente unos valores añadidos por las creencias
de nuestra cultura o nuestra religión. Los hindúes no comen carne de
vaca y los judíos no toman carne de cerdo. Comer puede ser pecar en las
épocas de ayuno cristianas como La Pascua, o musulmanas como en el
Ramadán.
Desde finales del siglo III
se estableció el ayuno como práctica religiosa Cristiana para purificar
nuestro corazón ante Dios. A partir del año 2000, la cultura de la
delgadez añadió nuevos sacrificios, esta vez el ídolo es la silueta
perfecta, que te traerá paz interior y aprovación social.
Para
cambiar, para avanzar, para ser libres, hemos de abrir nuestra mente y
estar dispuestos a cuestionarnos nuestras creencias, por muy útiles que
hayan sido hasta ahora. Está en nuestra mano decidir si seguimos
respondiendo en base a estas programaciones o decidimos llevar la luz de
la conciencia a esas zonas oscuras. Ser consciente es un acto de
valentía, que conlleva en ocasiones abandonar la lealtad familiar y
crear nuevos modelos y filosofías de vida.
fuente: aqui
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.