Lo más probable es que ya hayas escuchado algo sobre quiénes son los
anarquistas y sobre aquello en lo que supuestamente creen. Lo más
probable es que todo lo que escuchaste decir sobre ellos sea falso.
Mucha gente parece que piensa que los anarquistas son adeptos a la
violencia, al caos y a la destrucción, que se oponen a todas las formas
de orden y de organización, que son nihilistas fanáticos que quieren
acabar con todo. Nada más lejos de la realidad. Los anarquistas son las
personas que piensan simplemente que los seres humanos pueden
comportarse de una forma razonable sin tener que ser obligados a ello.
En realidad, es una noción muy simple. Pero es la noción que los ricos y
poderosos siempre consideraron más peligrosa.
En su expresión más simple, las creencias anarquistas giran en torno a
dos premisas. La primera es que los seres humanos son, en circunstancias
normales, tan razonables y decentes como les permitan ser y, por lo
tanto, pueden autoorganizar sus comunidades sin necesidad de que les
indiquen cómo. La segunda es que el poder corrompe. Antes de nada, el
anarquismo es una cuestión de tener coraje para tomar los principios
simples de la decencia común por los cuales nos guiamos y seguirlos
hasta sus conclusiones lógicas. Por muy insólito que parezca, en muchos
aspectos importantes, ya eres anarquista (sólo que no te das cuenta).
Tal vez te ayude si analizamos algunos ejemplos del día a día:
Si hay una fila para coger un autobús casi lleno, ¿vas a esperar tu
turno y contener las ganas de colarte, incluso si no hay ningún policía?
Si respondiste «sí», ¡entonces estás habituado a actuar como un
anarquista! El principio anarquista fundamental es «autoorganización»:
el asumir que los seres humanos no necesitan que se les amenace con
sanciones para que alcancen un grado de comprensión entre ellos, o para
que traten a los demás con dignidad y respeto.
Todas las personas creen que son capaces de comportarse de manera
razonable. Si piensas que la ley y la policía son necesarias, es sólo
porque no crees que otras personas lo sean. Pero si te paras a pensar,
¿no tendrán ellas derecho a pensar exactamente lo mismo en relación a
ti? Los anarquistas argumentan que casi todo el comportamiento
antisocial que nos hace pensar que es necesaria la existencia de fuerzas
armadas, de policía, de prisiones y de gobiernos para controlar
nuestras vidas es, de hecho, causado por las desigualdades sistemáticas y
la injusticia que esas fuerzas armadas, policía, prisiones y gobiernos
crean. Es todo un círculo vicioso. Si las personas están acostumbradas a
ser tratadas como si sus opiniones no importasen, es probable que se
vuelvan agresivas y cínicas, incluso violentas (lo cual, por supuesto,
hace que sea fácil para los que están en el poder decir que sus
opiniones no cuentan). En cuanto se dan cuenta de que su opinión es tan
importante como la de cualquier otra persona, tienden a volverse
muchísimo más abiertas. Para abreviar una larga historia: los
anarquistas creen que, en gran medida, es el propio poder y sus
consecuencias lo que vuelve a las personas estúpidas e irresponsables.
¿Eres miembro de un club deportivo o equipo de deporte, o de cualquier
otra organización voluntaria donde las decisiones no sean impuestas por
un jefe, sino tomadas en base al consenso general?
Si respondiste «sí», ¡entonces perteneces a una organización que trabaja
de acuerdo con los principios anarquistas! Otro principio básico es la
asociación voluntaria. Es sólo una cuestión de aplicar los principios
democráticos a la vida diaria. La única diferencia es que los
anarquistas creen que debería ser posible la existencia de una sociedad
en la que cada cosa fuese organizada según esos principios, todos los
grupos basados en el consentimiento libre de sus miembros y, por lo
tanto, todo ese estilo de organización de arriba abajo (militar como los
ejércitos, o las burocracias o las grandes corporaciones, basadas en
cadenas de comandos) ya no serían necesarias. Tal vez no crea que eso
llegue a ser posible jamás. Tal vez sí. Pero cada vez que llegas a un
acuerdo por consenso, en vez de por una amenaza, cada vez que haces un
pacto voluntario con otra persona, llegas a un reconocimiento recíproco o
alcanzas un compromiso teniendo en la debida consideración la situación
o las necesidades particulares del otro, estás siendo un anarquista,
incluso aunque no tengas conciencia de ello.
El anarquismo es sólo el modo en que las personas actúan cuando tienen
libertad para hacerlo de acuerdo con su elección y cuando negocian con
otros que son también libres – y por lo tanto, conscientes de la
responsabilidad ante los demás que eso implica. Esto conduce a otro
punto crucial: mientras las personas pueden ser razonables y tener
consideración si están relacionándose con iguales, la naturaleza humana
es tal que parece imposible que lo hagan cuando se les da poder sobre
los otros. Dale poder a alguien y abusará de él de una forma u otra.
¿Piensas que la mayoría de los políticos son unos cerdos egocéntricos,
egoístas, a los que no les importa realmente el interés público?
¿Piensas que vivimos en un sistema económico que es estúpido e injusto?
Si respondiste «sí», entonces apoyas la crítica anarquista de la
sociedad contemporánea (por lo menos en sus aspectos más generales). Los
anarquistas piensan que el poder corrompe y que los que pasan la vida
entera en busca del poder son las últimas personas a las que debería
dársele. Los anarquistas piensan que nuestro sistema económico actual
tiene más probabilidades de premiar a las personas por comportamientos
egoístas o sin escrúpulos que a las que son seres humanos decentes,
preocupados por los demás. La mayoría de las personas tienen esos
sentimientos. La única diferencia es que la mayoría de las personas cree
que no hay nada que hacer en relación con eso o que (y es esto en lo
que los fieles servidores del poder suelen insistir) puede llegar a
hacerse algo que acabe cambiando las cosas para peor. Pero... ¿y si no
fuese cierto? ¿Habrá realmente alguna razón válida para creer esto?
Cuando se pueden probar, la mayoría de las previsiones sobre lo que
sucedería sin estados o capitalismo acaban por demostrar que no están
fundamentadas.
Durante miles de años las personas vivieron sin gobiernos. En muchos
lugares del mundo hay pueblos que viven fuera del control de los
gobiernos, incluso hoy en día. No se dedican a matarse unos a otros.
Sólo viven sus vidas, como cualquier otra persona haría. Claro que en
una sociedad compleja, urbana, tecnológica... hay una necesidad mucho
mayor de organización. Sin embargo, la tecnología puede hacer también
que esos problemas sean más fáciles de resolver. De hecho, ni siquiera
empezamos a pensar cómo serían nuestras vidas si la tecnología fuese
puesta realmente al servicio de las necesidades de los humanos. ¿Cuántas
horas necesitaríamos trabajar para mantener una sociedad funcional (es
decir, si nos viésemos libres de las ocupaciones inútiles o destructivas
como el telemarketing, los abogados, los carceleros, los analistas
financieros, los expertos en relaciones humanas, los burócratas y los
políticos), si enfocásemos el trabajo de nuestras mejores cabezas
científicas de los sistemas de armamento espaciales o del mercado de
acciones hacia la mecanización de las tareas más desagradables o más
peligrosas como la minería de carbón o la limpieza del baño y si
distribuyésemos el trabajo que sobrase entre todas las personas? ¿Cuatro
horas al día? ¿Tres? ¿Dos? Nadie lo sabe porque nadie se hace ni
siquiera ese tipo de pregunta. Los anarquistas piensan que estas son
exactamente el tipo de preguntas que deberíamos empezar a hacernos.
¿Crees realmente en las cosas que les dices a tus hijos (o que tus padres te contaron)?
«No importa quién empezó». «Dos males no hacen un bien». «Limpia lo que
ensuciaste». «Haz las cosas pensando en los demás». «No seas mezquino
con las personas que te parece diferentes». Tal vez deberíamos decidir
si estamos mintiendo a nuestros hijos cuando les hablamos del bien y del
mal, o si estamos tomando realmente en serio nuestras propias
sentencias. Porque si llevas estos principios morales a sus conclusiones
lógicas, llegarás al anarquismo.
Toma el principio de que dos males sumados no producen un bien. Si
tomases eso realmente en serio, bastaría para echar por tierra casi
totalmente la base de todo el sistema bélico y de justicia criminal. Lo
mismo pasa con el reparto: les decimos siempre a los niños que tiene que
aprender a compartir, a tener en cuenta las necesidades de unos y de
otros, a ayudarse mutuamente; después, cuando estamos en el mundo real
asumimos que cada uno es naturalmente egoísta y competitivo. Un
anarquista asegurará siempre que, de hecho, lo que les decimos a
nuestros hijos es cierto. Mucho de lo que se consiguió en la historia de
la humanidad, cada descubrimiento o hecho que mejoró la vida de las
personas, fue gracias a la cooperación y la ayuda mutua. Incluso ahora,
la mayor parte de nosotros gastamos más con nuestra familia y con
nuestros amigos que con nosotros mismos. Aunque, sin ninguna duda,
siempre va a haber personas competitivas en este mundo, no es una razón
para que la sociedad se base en el fomento de ese comportamiento y mucho
menos para hacer que las personas compitan para alcanzar las
necesidades básicas de la vida. Una sociedad que sólo fomenta la
competición, sólo defiende los intereses de los que están en el poder,
que quieren que vivamos con temor hacia los demás. Por eso los
anarquistas proponen una sociedad basada no sólo en la asociación libre
sino también en la ayuda mutua.
La verdad es que la mayor parte de los niños crece creyendo en una moral
anarquista y gradualmente tienen que darse cuenta de que el mundo
adulto no funciona así. He ahí por qué tantas personas son rebeldes,
alienadas e incluso suicidas mientras son adolescentes, y acaban por
resignarse y amargarse cuando se convierten en adultos. La única
recompensa es, frecuentemente, tener capacidad para educar a sus propios
hijos y desear que el mundo sea justo para ellos. ¿Pero por qué no
comenzamos por construir un mundo que sea realmente basado en los
principios de la justicia? ¿No sería ese el mejor regalo que podríamos
dar a nuestros hijos?
¿Crees que el ser humano es fundamentalmente corrupto y malo o que
algunos tipos de personas (mujeres, personas de raza negra, gente común
que no es ni rica ni tiene estudios) son especimenes inferiores,
destinados a ser gobernados por alguien mejor que ellos?
Si tu respuesta es «sí», bueno, entonces parece que no eres anarquista
al fin y al cabo. Pero si respondiste «no», entonces es posible que
estés de acuerdo con el 90% de los principios anarquistas y, esperamos,
estés viviendo tu vida de acuerdo con ellos. Siempre que tratas a otro
ser humano con consideración y respeto estás siendo anarquista. Cada vez
que resuelves tus divergencias con otros a través de un compromiso
razonable y escuchas lo que cada uno tiene que decir en vez de dejar que
alguien decida en nombre de los restantes, estás siendo anarquista.
Cada vez que tienes oportunidad de forzar a alguien a hacer algo pero,
en vez de eso, decides apelar a tu sentido de la razón y la justicia,
estás siendo anarquista. Lo mismo pasa cuando compartes algo con un
amigo, o decides quién va a lavar los platos, u otra cosa con un sentido
de equidad.
Claro, podrás objetar que todo va bien mientras se trata de pequeños
grupos de personas que se relacionan mutuamente, pero para administrar
una ciudad o un país, es un asunto totalmente diferente. Y,
evidentemente, esto tiene su razón de ser. Incluso si se descentraliza
la sociedad y se pone el mayor poder posible en manos de las pequeñas
comunidades habrá (a pesar de todo), un gran número de cosas que
necesiten ser coordinadas, desde administrar las vías de ferrocarril
hasta decidir sobre qué aspectos debe centrarse la investigación en
medicina. Pero sólo porque algo sea complicado no quiere decir que no
haya manera de hacerlo. Simplemente quiere decir que será complicado. De
hecho, los anarquistas tienen muchas ideas sobre cómo una sociedad
saludable y democrática debería autogobernarse. Para explicarlas es
necesario ir mucho más allá de este pequeño texto introductorio. De
todas formas, no hay ningún anarquista que pretenda tener en sus manos
el modelo perfecto. La verdad es que no conseguimos imaginar la mitad de
los problemas que surgirán cuando intentemos crear una sociedad
democrática. Incluso así, creemos que la capacidad de los humanos está a
la altura de resolverlos mientras la humanidad se conserve dentro del
espíritu de nuestros principios básicos (que son, al fin y al cabo, sólo
los principios de decencia humana fundamental).
David Graeber
Traducción publicada originalmente en elrefractario.blogspot.com. Título
original: Are you an anarchist? The answer may surprise you!
http://es.theanarchistlibrary.org/librar...render.pdf
http://es.theanarchistlibrary.org/
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