El proceso consciencial del ser humano alcanza un punto culminante
cuando se comprende, asume e interioriza el “Poder de Soltar”.
“Soltar”
es algo desconcertante para la mente e inaceptable para el ego.Por eso,
muchas personas que sienten hoy la necesidad de soltar, lo experimentan
y contemplan como un reto casi imposible. Pero no es así. Lo cierto es
que soltar es lo natural y lo que emana espontáneamente de nuestro
interior en un determinado momento de la evolución espiritual. Y nuestro
“verdadero ser” lo exige con claridad cuando se llega a ese estadio
concreto del devenir consciencial.
Por eso, para soltar, basta con
fluir y dejarse llevar por lo que brota de nuestro interior más hondo y
sagrado. Se comprende entonces desde el Corazón que ya no queda otra
alternativa y opción que desapegarse. Desapegarse y vaciarse de todo.
Incluso de uno mismo y del enorme peso que nos mantiene atados a una
realidad que no es más que un sueño aplastaste, una colosal Matrix, que
nos vuelve cadáveres vivientes –muertos que entierran a sus muertos- que
se sueñan viviendo.
Soltar todas las referencias preestablecidas
y todos los sistema de creencias; soltar conceptos y esquenas mentales;
soltar imágenes y formas; soltar la ilusión de que somos espirituales
por aferramos a la idea de la espiritualidad; soltar la cruz y la vela,
el incienso y el padre nuestro; soltar las palabras que nos atan al rezo
a un Dios exterior y ficticiamente separado de nosotros mismos; soltar
guías, canalizadores y maestros; soltar templos costosos que albergan la
salvación; y soltar prácticas y cultos farragosos que nos muestran un
“camino” predefinido por otros para acercarnos a ese Dios
pretendidamente distante.
Soltarnos de la gran mentira de que
precisamos de un trabajo y unos ingresos para poder “vivir” (con cuánta
frecuencia se confunde “vivir” con “sobrevivir”, que es lo que se hace
en la Matrix); soltarnos de la ilusión de que necesitamos una pareja,
una familia o unos amigos para ser felices; soltarnos de las inercias,
comodidades y protecciones con las que nos hemos apresado a nosotros
mismos en la “cárcel de máxima seguridad” de nuestros miedos; soltarnos
de toda la película que nos han pintado desde el comienzo de nuestros
tiempos, convirtiéndonos en marionetas de un titiritero; soltarnos de
todos los cuentos que nos contaron y nos siguen contando para que
continuemos chupándonos el dedo.
Soltar todo lo que provoca
resistencia: mientras haya resistencia, no podrás fluir; soltar
cualquier tipo de lucha: si sigues empeñado en luchar contra algo,
contra lo que sea, no podrás crear; soltar cualquier clase de miedo: en
tanto haya miedo en tu vida, de cualquier especie, no gozarás de
Libertad; soltar deseos y anhelos; soltar también rechazos y renuncias;
soltar la necesidad de soltar.
Soltar para Confiar en la Vida…
…Y,
al fin, soltarnos de nosotros mismos hasta Ver la luz que siempre
fuimos y Somos y constatar la divinidad de nuestra “naturaleza
esencial”.
Cuando se comprende esto, lentamente y sin
alternativa, como un inmenso globo que soltó las amarras, el vuelo
comienza y se despliega de instante en instante. Y todo en nosotros y a
nuestro alrededor se transforma y transfigura en Amor.
No puede ser
de otra manera. Ahora, tras soltar, observas desde donde no hay nada
inventado, fijado, controlado, programado. Ya no eres tocado ni
alcanzado por nada ni por nadie. Y sólo observas. Observas en Soledad
(la “Edad del Sol”) y Silencio. Observas sin distracción, sin temor, sin
deseo. Observas sin palabras, sin forma. Y observas hasta, incluso,
dejar de observar para integrarte absolutamente en lo observado. ¡Y en
ese preciso momento tomas consciencia de la Consciencia y de que eres el
Todo!
Entonces no hay vuelta atrás posible. Has hecho tuyo el
“Poder de Soltar” y asistes al maravilloso Milagro del desapego
completo. El vaciamiento llena tu Vida, que ya no es tal, sino la Vida
misma. Y contemplas todo de modo diferente, pues se desvanecen los velos
y disfraces que tapaban lo Real. En ese instante, una nueva visión de
la “realidad” aparece ante ti. Y todo lo que fuiste, eres y serás se
descubre ante tus ojos nuevos. Todos los tiempos y el destello mismo del
tiempo se abren espléndidos.
Ya todo es claro e intensamente
pleno. Y te inunda un Amor que no es describible. El Amor que se expande
desde la Sabiduría de que nada es ajeno a ti y nada se halla fuera de
ti. Tú eres todo lo mirado y observado, sin excepciones. Estás unido a
Todo y no hay diferencia alguna entre el Todo y tú. Y te inunda el
discernimiento de la ficción que supuso todo aquello que llamaste “yo”,
“me”, “mí”, “mío” o “mi”.
Cesó todo. Se habrá expandido aquello
que se consideró “tú” en algún instante del momento presente continuo en
el que lo eterno se desenvuelve. Al unísono, se difuminará cualquier
idea de identidad, sea física, álmica o espiritual, individual o
colectiva. Consciente del “Poder de Soltar”, amarás y vivirás la Vida
como jamás pudiste soñar, sin perder detalle, sin desear nada e,
igualmente, sin renunciar a nada de lo que la Providencia -tu “verdadero
ser” en acción- y la propia Vida -no tu programación mental- te pongan
por delante. Y se posará suavemente y para siempre en tu Corazón el
“Vivir Viviendo”, que es la única verdad de la Vida en cualquier plano y
Dimensión que se experiencie.
Vivir Viviendo: irradiando
permanente Amor; conectado a todo lo que existe; desplegando la
Divinidad que Somos y Todo Es; en constante estado de dicha, gozo y
éxtasis, siempre con entusiamo y la máxima energía vital; invulnerable e
incontaminable ante lo que sucede; con la absoluta certeza del
resultado que produce cualquier acción; testigo imparcial de la
Evolución de la Creación en todas las escalas y niveles bajo el perpetuo
impulso del Amor.
Vivir Viviendo: la única verdad de la vida; la verdad de que ¡sólo vale la pena Vivir para Vivir!
fuente: aqui
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