A mis consultantes siempre les aconsejo
que desdramaticen las situaciones de su vida. Hay gente que vive
demasiado intensamente cada pequeño detalle de su rutina, convirtiéndose
en algo intolerable desde todo punto de vista. Cuando todo el tiempo
estamos considerando que nuestra pareja no nos ama lo suficiente o nos
es infiel, cuando creemos que nuestros amigos sólo nos quieren utilizar,
cuando se vuelca café en nuestra camisa inmaculada, cuando nos
enfrentamos a situaciones pequeñas o grandes y lo único que somos
capaces de hacer es creer que es el fin del mundo, evidentemente esto se
convierte en una alerta que nos incita a reconsiderar nuestros
pensamientos predominantes.
Lo primero que tenemos que tener en
cuenta es que no podemos leer la mente de las personas que nos rodean.
Con esto me refiero a que jamás deberíamos pretender entender cada
pequeña acción que el otro lleva a cabo ni tampoco deberíamos sacar
conclusiones precipitadas y erróneas. Por ejemplo, si alguien no nos
respondió un mensaje de texto no necesariamente implica que no seamos
personas importantes, si alguien está de mal humor, no significa que ya
no nos quiera o que seamos los causantes de ese estado.
Un error de interpretación de la realidad
en extremo común, es que usualmente tendemos a creer que somos los
responsables de las reacciones emocionales de los demás y si bien es
cierto que esto sí puede ocurrir, la mayor parte de las veces los demás
están concentrados en sus propios problemas de los cuales nada tenemos
que ver. Así que cuando algún individuo, sea alguien muy querido para
nosotros o un mero conocido, actúa de una manera que no nos satisface,
no asumamos de inmediato que fuimos los que provocamos esa situación,
porque generalmente estaremos equivocados.
Muchas personas poseen una mentalidad
fatalista y consideran que todo se está desmoronando cuando en realidad
no es así. Los más mínimos detalles se convierten en pruebas fehacientes
de que todo es un completo desastre y así se convencen de que nunca
encontraran una persona que las ame, que jamás aparecerá ese trabajo que
desean o que pronto perderán el trabajo que consiguieron porque se
sienten incompetentes, que es espantoso envejecer porque seguramente
estarán enfermos, etc, etc. ¿Por qué siempre esperar lo peor de todo?
Esta actitud pesimista conduce a dos cosas, primero a una angustia
poderosa y segundo, podemos sin quererlo concretar ese temor tan
terrible mediante la profecía autocumplida.
Cuando nuestra mente se encapricha con un
resultado, inconcientemente hará todo lo posible para que se haga
realidad y es así que si tememos a que alguien nos abandone nos
pondremos tan insoportables que esto ocurrirá en verdad o tememos tanto
equivocarnos que en vez de concentrarnos en el trabajo nuestra mente se
dispersa y evidentemente si nos equivocaremos. Nuestros actos reflejan
nuestros pensamientos y si éstos son netamente dramáticos estamos
invocando aquello que decimos repudiar. Nos damos por vencidos en
nuestro corazón antes de poner nuestras energías en lo que realmente
deseamos.
Darle demasiada importancia a los hechos
triviales de la vida es una gigantesca pérdida de tiempo. Si nos
ensuciamos la ropa limpia por accidente es mucho más util cambiarnos lo
antes posible en vez de perder diez minutos insultando al cielo, si nos
caemos es mejor levantarse lo antes posible en vez de considerarnos unos
torpes, si llegamos tarde lo mejor es llegar con una sonrisa dulce que
con rostro de culpable. Tantos detalles increíblemente irrelevantes
pueden arruinarnos todo un día si nos cambiamos de actitud de inmediato.
Es conocida esa frase que dice “desearía no haberme levantado de la
cama hoy”. Pues bien, sólo porque un par de eventos no coincidieron con
nuestro deseo no quiere decir que es un día perdido, el asunto es que
cuando ocurre el primer accidente ya nos ponemos a la defensiva y todos
los sucesos venideros entraran en los cánones del dramatismo.
Toma las cosas como son, algo es tan
molesto como tú lo permites que sea, pasa por alto la primer cosa mala
que te ocurra en la mañana y verás como el resto del día se desenvuelve
con naturalidad. Basta conque vayas caminando con una actitud
malhumorada para que tu rutina se convierta en un infierno.
Tantas situaciones, discusiones,
problemáticas, pueden ser solucionadas si tan sólo intentamos verlas
desde una perspectiva objetiva, racional y empática. Si quieres ser más
feliz este es uno de los secretos más importantes: ¡el drama no sirve
absolutamente para nada! Toma el control de tu vida cuestionando
aquellas cosas que te hacen sentir triste, de seguro comprenderás que
muchísimas situaciones son mucho más inocentes de lo que crees. Date una
oportunidad y brindales a los demás una oportunidad también. Dile adiós
al drama y aprende a sonreír más. La felicidad yace en los detalles, un
cambio de perspectiva puede ser el comienzo de un cambio de vida.
Psicóloga Mariana Alvez
fuente: aqui
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.