Rav áshlag escribió que si una persona que desconociera las formas
del mundo observase a un becerro y a un bebé humano, seguramente
pensaría que el becerro es un ser superior. Después de todo, un becerro
puede levantarse de una vez y comenzar a caminar casi inmediatamente,
mientras que el bebé humano no puede ni siquiera mantener su cabeza
arriba y sólo se cae una y otra vez. Por supuesto, una vez que ha
crecido completamente está claro que el humano, con toda su inteligencia
y libre albedrío, es más evolucionado que una vaca.
Mientras mayor es nuestro potencial, es más probable que caigamos, ¡muchas, muchas veces hasta que nos salga bien!
Lo importante es continuar levantándonos, sabiendo que algún día nos
pararemos sobre nuestros propios pies y caminaremos hacia la Luz.
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