Es impresionante la cantidad de información que se
guarda en multitud de sitios diferentes en nuestro complejo sistema
físico y energético. Nuestra esfera de consciencia aloja en su centro de
gravedad la conexión con nuestro Yo Superior, su superficie es nuestra
consciencia artificial, y los miles de puntos que la forman es nuestra
personalidad virtual a través de centenares de “Yos”, sub-personalidades
o facetas de nuestra fachada ante el mundo. Nuestro programa ego
gestiona la psique y la mente, compuesta por centenares de programas,
patrones y arquetipos en seis esferas mentales diferentes, que abarcan
desde el pre-consciente hasta la mente subliminal. El cuerpo mental en
sus diferentes sub-capas y estratos es el repositorio de millones de
datos, experiencias, vivencias, formas mentales de todo tipo. El patrón
conductual marca nuestro comportamiento y carácter base, así como las
modificaciones constantes que se realizan en el mismo, tanto las que
queremos como las que nos imponen externamente, grabándonos en las runas
formas de reaccionar ante el mundo según interese. Los átomos simiente
actúan de enorme “caja negra” y base de datos de lo que sucede en cada
uno de los cuerpos sutiles respectivos a los que pertenecen, enlazados
por el llamado cordón de plata. El ADN a nivel energético contiene
información en varios sectores y a diferentes niveles sobre todas
nuestras áreas de vida, composición multidimensional y decenas de
programas, y, por si el estudio y compresión de todo esto, para
posterior sanación de posibles bloqueos y problemas causados por
disfunciones en estas áreas, no fuera suficiente para explorar y tratar
de escribir alguna página más en el manual de cómo estamos hechos los
seres humanos, también hemos de sumar la enorme cantidad de información,
programas y patrones que se almacenan en la memoria celular, de
órganos, tejidos, huesos, músculos, etc., y que pueden marcar
enormemente el estado vibracional, energético, y, por supuesto, mental y
emocional de cada uno.
La inteligencia celular y la memoria del cuerpo
Todos los que trabajáis conscientemente con el
vehículo que nos permite tener un soporte para movernos por este plano
físico, o al menos os habéis parado a escucharlo alguna vez, sabéis que
el cuerpo tienen memoria, tiene inteligencia, tiene conciencia. La tiene
desde el primer momento que las células empiezan a desdoblarse para
crecer y dar forma a este traje humanoide que habitamos. El primer
acuerdo que hacemos con nuestro cuerpo sucede en el momento de nuestra
encarnación, dónde la consciencia y el ser que somos se ha de poner a
colaborar con la conciencia del cuerpo. En la mayoría de los casos se
llevan bien, se aceptan, y ambas conciencias se convierten en una sola,
con una especie de acuerdo simbiótico, sin el cual, ni la una ni la otra
podrían funcionar a su máximo nivel. El cuerpo sin la conciencia
directora de la mónada, el Yo Superior, el alma y el resto de aquello
que somos, no sería más que una máquina biológica con una limitada
consciencia de si mismo. Por otro lado, nosotros, sin el vehículo de
crecimiento y experimentación que es el cuerpo, no podríamos jamás
adquirir experiencias y crecer en nuestro camino de compresión de la
vida y evolución a través de la misma.
Pero ¿de dónde viene la memoria de las células?
No es demasiado complicado. El cuerpo tiene memoria,
ya lo hemos dicho, de hecho, la memoria y consciencia del cuerpo no es
más que la suma de los trillones de pequeñas memorias y conciencias de
cada una de nuestras células, cadenas de ADN y elementos químicos de los
que estamos hechos. Ese conjunto responde como una sola entidad, con la
cual podemos “conversar”, hablar, comunicarnos. Muchos ya lo hacen, a
través de la kinesiología, otros muchos a través de la meditación o la
terapia craneosacral, y otros muchos más no tienen ni la más remota idea
de que pueden hacerlo.
Pero lo que si que sabemos es que todos estamos
hechos de millones de células, que contienen en su núcleo la información
necesaria para la función que realizan, y para el conjunto al que
pertenecen, y con el cual deben interactuar. No solo la célula “nace” de
base con una codificación determinada para su trabajo, dada por el ADN,
sino que además recoge y graba en su memoria las impresiones recibidas,
los patrones adquiridos y los programas que ejecutamos. Esto es posible
porque toda la parte física de nuestro cuerpo son mónadas con aspecto
materia que en su momento llamamos de “tipo 3”. Para recordar la explicación de los diferentes tipos de “bloques básicos” que forman todo lo que existe podéis remontaros a este artículo primero y luego a este otro.
Mónadas que “aprenden” por almacenamiento de patrones
Nuestras células, moléculas y átomos físicos tienen
un tipo de conciencia que evoluciona por derecho propio gracias a la
grabación y repetición de la información que registran, pues es lo que
les permite hacer el nivel de conciencia de las mónadas de tipo 3 que lo
forman. Por eso todo componente del cuerpo orgánico que usamos sabe que
tiene que hacer, pues está genéticamente codificado en cada una de sus
células, que está a su vez codificado en la conciencia de las mismas,
que no es otra cosa que el agregado de conciencia de las miles o
millones de mónadas que forman esa célula en particular, almacenando una
serie de patrones y funciones a ejecutar, y hacerlo sin intervención
externa.
A la hora de hacer sanaciones profundas, la memoria
celular tiene un papel muy importante. Una impresión recibida de niño
que guarda en la memoria y consciencia celular de algún órgano un miedo,
puede activar en la psique de la persona ese mismo miedo si el cuerpo
reacciona ante algún estímulo parecido al que la célula tiene guardado
en su memoria. Un encuentro con alguien que nuestro cuerpo recuerda como
“negativo”, por un evento con tal o cual persona, puede hacer saltar en
el cuerpo mental, el emocional, en las esferas mentales o incluso en el
programa ego decenas de mecanismos de todo tipo, cualquier programa,
recibido en cualquier momento grabado en cualquier músculo, puede
generar una disfunción a nivel etérico que termina provocando molestias a
nivel físico, etc. Parte de las dolencias producidas por lo que
anteriormente habíamos llamado memorias kármicas incluyen la activación latente de patrones en la memoria celular.
Todos los componentes del cuerpo físico son proclives
a almacenar todo tipo de patrones y programas. Cuando hacemos sanación,
salen y se liberan, evidentemente, los negativos, pero nuestras células
recogen todo tipo de información y la ejecutan automáticamente, sin
hacer juicios de valor asociados (pues no tienen la capacidad de
autoevaluación que ya poseen mónadas más avanzadas) sobre si se debe
“activar” o no ese patrón almacenado. Puesto que las células, a nivel
individual, van muriendo y van siendo reemplazadas, ese programa o
patrón negativo queda registrado en la memoria global del órgano en
cuestión, no siendo determinante una única célula para ello, sino el
conjunto de las que lo componen en un momento dado.
La piel, por ejemplo, como un enorme tejido vivo que
es, es un área dónde decenas de programas y patrones quedan registrados,
que luego pueden estar latentes o activados, provocando que, de
repente, “emitamos” al mundo, si se activa cualquiera de ellos, una
enorme cantidad de formas energéticas que indica tal o cual cosa de
nosotros (por ejemplo, si se registra una impresión asociada a algún
miedo en la memoria celular, y esta se activa, emitiremos
inconscientemente una cantidad de energía de “miedo” que, de un modo u
otro, se verá reflejada a nuestro alrededor, sea por como nos sentimos
de repente a nivel emocional, mental o por el reflejo de la realidad
exterior de nuestra realidad interior).
Más energía y posibilidad de sostener estados vibracionales elevados
La liberación de todos estos patrones y programas
negativos en nuestra memoria celular nos permite llevar a nuestro cuerpo
físico a niveles energéticos y vibracionales superiores, y es que el
cuerpo físico, como el más denso de los vehículos y cuerpos sutiles que
poseemos, es el que marca que nivel de “energía” podemos sostener en
nuestra conexión con otros planos superiores. Imbuir un estado de
consciencia muy elevado requiere de un cuerpo físico con un cierto grado
de vibración energética, libre de patrones negativos en su memoria
celular que lo lastran. Para su limpieza, cualquier técnica sirve,
mientras sea capaz de detectar que patrones hay almacenados, y aplique
la energía necesaria para su transmutación.
fuente: aqui
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