“El sol nos
calienta a todos, alumbra a justos y pecadores”
A un guerrero
indio que busca la visión sin encontrarla:
“Buscaste sin descanso sabiduría y poder. ¿Sabrías reconocer esos dones si te
los dieran? Buscaste una visión como un cazador busca búfalos, como un guerrero
busca caballeros. Luchaste contra los espíritus. Pensaste que te debían algo,
que te debían una visión. El sufrimiento no proporciona visiones, como tampoco
la valentía ni la fuerza de voluntad. Una visión es un don. Aunque de tu visión
solo hayas aprendido esto, ya has aprendido bastante, pues el poder y la
sabiduría proceden de dentro. Cuando un hombre es consciente de su armonía con
la creación, cuando es consciente de que en el centro del universo yace un
poder superior a él mismo, comprende que el
centro está en todas partes, está dentro de cada uno de nosotros”.
El Guardián de los Sueños
La película.
Tiferet (Belleza, Armonía) ocupa
exactamente el centro del Arbol de la Vida, en el centro del Pilar Central. La
sexta sefirá es el sol de ocho rayos –los ocho senderos que confluyen en ella-,
y del mismo modo que Daat separa la Divinidad, el Gran Rostro, de su manifestación, el resto del Arbol conocido como Pequeño Rostro, Tiferet separa la parte superior del
Arbol, que representa lo transcendente, lo que está más allá de la
individualidad, de la parte inferior, en la que nuestra individualidad se
manifiesta como personalidad, compuesta por emociones (Netzaj), pensamientos (Hod), ego (Yesod) y cuerpo físico (Malkut).
Tiferet es el corazón del Arbol, y como tal se corresponde con el chakra cardiáco Anahata, que también ocupa una posición central entre los 3
chakras inferiores y los 3 superiores.
El nombre de Belleza se debe a que su posición central es
la clave del equilibrio de todo el Arbol, y como sabían los griegos muy bien la
belleza es un resultado de la armonía, y ésta a su vez requiere del equilibrio.
Un exceso o defecto acusados de algo, rompen el equilibrio y dan al traste con
la armonía. Por ello la proporción era tan importante para los clásicos, y la
llamada divina proporción, o número áureo: el número Phi, preside no solo obras de arte de gran belleza sino todas las
manifestaciones de la naturaleza, desde la espiral de un caracol a la de una
galaxia. La asociación del número áureo con Tiferet
puede verse también en el metal y planeta atribuidos a la sefirá: el oro y el
sol. El equilibrio que Tiferet debe
conseguir es el de las sefirot de Jesed y Guevuráh, el eje horizontal correspondiente a los dos brazos en el cuerpo humano, y a los
conceptos de Misericordia y Rigor.
Semesh, el sol, es el centro de
nuestro sistema solar. La imagen de Centro es común en todas las tradiciones,
es siempre el punto de mayor poder por representar la ausencia de polarización,
la ausencia de movimiento, y por ello, el único lugar en el que se encuentra,
valga la redundancia, el centro de gravedad en el que nada ni nadie puede movernos.
“Busco un centro de gravedad permanente…”
como dice Batiatto en su canción, todos buscamos ese centro en el que
encontrarnos seguros, y ese centro, también lo dicen las tradiciones, está en
tu corazón, ahí donde mora tu Yo Superior.
Si encuentras tu centro,
encuentras el Centro
Tiferet es el Centro de la
Individualidad, el Yo Superior, el
sentimiento “Yo Soy”, el Sí Mismo de Jung, el Centro Crístico del Arbol. En la cúspide
de la Triada del Despertar, el individuo descubre que más allá de su
personalidad concreta, siempre inestable, existe una conciencia de ser que es
inmutable, y en la que pase lo que pase se encuentra en paz y en comunión con
algo más grande que él. Su sentimiento de separación del mundo y de los otros
se diluye, pues hay un primer atisbo de Unidad. Esta experiencia de su
verdadera identidad le prepara para cruzar la barrera del llamado Velo del Templo, Parojet. Y del mismo modo
que solo el Sumo Sacerdote podía traspasarlo, únicamente quien ha trascendido
la Individualidad puede cruzarlo. La prueba requiere comprender e integrar que todos somos iguales en nuestro corazón,
que la chispa divina es la misma para todos. Solo así es posible cumplir el
mandamiento nuevo de Jesús: “Amaos los
unos a los otros como Yo os he amado”.
Tiferet es pues el Centro
Crístico del Arbol. Cristo y todos los dioses solares sacrificados se ubican
aquí. Dion Fortune explica que Kether es metafísico, Tiferet místico y Yesod psíquico. La experiencia mística
es siempre una experiencia de Unidad con la Divinidad. De hecho, la Trinidad
cristiana se representa en estas sefirot: Kether
es el Padre, Tiferet el Hijo, y Yesod el Espíritu Santo. Realmente cada
sefirá es el reflejo de la anterior. Tiferet lo es de Kether, de ahí “El Padre y Yo somos Uno”, pues el
núcleo de la experiencia mística es esta identidad básica con la Divinidad.
Mientras que Yesod es el reflejo de Tiferet, como la luna lo es del sol,
planetas atribuidos a ambas. Y ciertamente solo a través del Hijo se llega al
Padre, y el sendero que une las sefirot de Kether
y Tiferet es La Sacerdotisa, cuyo atributo principal es la intuición, es decir:
la recepción directa del conocimiento sin intervención de la mente. La
etimología (del latín intueri “mirar
hacia dentro” o “contemplar”) nos remite a la importancia que tiene
centrar el foco de atención dentro de nosotros, lo que pretende en cualquier tradición la técnica
meditativa. De este modo será posible escuchar la voz de nuestro Satguru, el Maestro Interior, y conocer
nuestra verdadera naturaleza. Esta escucha no es sensorial, pues la voz
interior no se oye con los oídos físicos, sino con el oído interno, y es lo que
suele conocerse como “escuchar la voz del corazón”. Es importante subrayar que
la consciencia superior nunca es psíquica, sino siempre intuitiva, y no
contiene imágenes sensorias. Tiferet
se encuentra, junto con Jesed y Guevuráh, en el Nivel de la Creación (Briah),
que corresponde al plano mental, mientras que las imágenes sensorias pertenecen
al plano astral, o plano psíquico, al Mundo de Yetziráh, dónde radican
las sefirot inferiores de Netzaj, Hod y Yesod.
SEFIRA: Tiferet, תפארת, Belleza, Armonía.
El Sefer Yetziráh
llama a Tiferet “La Inteligencia Mediadora”. Tiferet
recibe influjo de las sefirot superiores (Kether
y Daat) y de las inferiores (Yesod y Malkut) y debe mediar entre ambas, traducir lo transpersonal a personal
y viceversa, y esto no siempre es fácil, pero en ello radica el equilibrio del
eje vertical del Arbol de la Vida, correspondiente al Pilar Central o del Equilibrio. Visto desde Kether, Tiferet es el Hijo, pero visto desde Malkut es el Rey. Precisamente “Malkah”, la Desposada, es
un título de Malkut, y Melekh, el Rey, lo es de Tiferet. Y este matrimonio debe estar en
buena armonía. Armonía deriva del griego (harmonía), y significa “acuerdo, concordancia”, y éste del
verbo (harmozo): “ajustarse, conectarse”. La conexión
entre el Cielo (Kether) y la Tierra (Malkut) depende de Tiferet.
En el cuerpo humano Tiferet
se corresponde con el pecho, en dónde se encuentra el plexo cardiáco, cuyo campo electromagnético es cinco mil veces más
potente que el cerebral. Se ha comprobado que el grado de coherencia de la
actividad cardiáca es una medida objetiva de estados interiores, siendo el
estado de amor impersonal el que corresponde a una mayor coherencia. Este
patrón armónico puede llegar a traducirse en una capacidad de sanar. Jesús era
capaz de sanar, y lo es cualquiera que pueda encontrarse en ese estado y
canalizar la energía de la Fuente. No otra cosa hace, por ejemplo, el Reiki.
Por otra parte en el plexo cardiáco se encuentra la glándula timo,
del griego (thýmos), que significa “energía vital”. Esta glándula es
esencial para el sistema inmunológico y al parecer se activa o desactiva según
nuestro estado de ánimo. Es elocuente el hecho de que alcance su mayor
desarrollo en la pubertad y vaya atrofiándose poco a poco desde entonces.
Evidentemente el niño y el adolescente están más conectados con su ser genuino,
mientras que el adulto, ocupado en desarrollar una personalidad (Yesod) que le procure una buena posición
en el mundo (Malkut), acaba por
olvidarse de quién es realmente, para acabar identificándose con el personaje
que representa en la sociedad.
POSICION EN EL ARBOL: La esfera amarilla en medio del
Pilar Central.
NOMBRES DIVINOS:
Elohim,אלהים , Dios Creador, el primer nombre divino que
aparece en la Bíblia.
Ejad hu Elohim, אלהים הוא אחד, Solo El es Dios
Yehova Eloha ba Daat, בדעת אלוה יהוה , Dios manifestado en la
esfera del Conocimiento.
TITULOS DE LA SEFIRA: Zebul,זבול , el Cuarto Cielo.
ARCANGEL: Rafael, רפאל , que significa “Dios cura”, regente de la esfera en el
Mundo de la Creación.
ORDEN ANGELICO: Melekim, מלכים , Reyes, regentes de la esfera en el Mundo de la Formación.
CHAKRA MUNDANO: Shemesh, שמש , el Sol. Regente de la esfera en el Mundo de la Acción.
CHAKRA HUMANO:
Anahata, chakra del corazón.
IMÁGENES MAGICAS ASOCIADAS: Un niño. Un dios que se
sacrifica. Un rey majestuoso. Como Centro Crístico del Arbol presenta las 3
imágenes asociadas a Jesús: el Niño en la cuna, el Crucificado y Cristo Rey.
SIMBOLOS: El hexagrama o Estrella de David. La Rosa Cruz.
El cubo. La cruz del calvario. El Lamen.
EXPERIENCIA ESPIRITUAL: Visión de la Armonía de las
cosas. Misterios de la crucifixión.
VIRTUD: Devoción a la Gran Obra. Amor impersonal.
VICIOS: Orgullo.
EN EL CUERPO HUMANO: El pecho. El corazón. El timo.
COLORES: Rosado claro en Atziluth, amarillo oro en Briah,
salmón muy vivo en Yetzirah, ámbar dorado en Assiyah.
TAROT: Los 4 seises.
ELEMENTO: Agua como potencialidad, Aire como expresión.
POLARIDAD: Positiva.
METAL ASOCIADO: Oro. Este metal, por su inalterabilidad,
al ser incorruptible e inoxidable, ha simbolizado siempre lo más valioso.
SIGNIFICADOS: El Centro de la Individualidad. El
sentimiento “Yo Soy”. La Belleza. La Armonía. El Equilibrio. El Centro Mental
Superior, asociado a la intuición.
El saludo hindú Namasté
con las manos unidas sobre el pecho y la cabeza inclinada se dirige a Tiferet,
pues una traducción literal sería “Rindo
homenaje a tu Ser Interior”.
“Para aquellos
que viven en el Sí mismo como la belleza exenta de pensamiento,
no hay nada que deba pensarse. Eso a lo que hay que adherirse es solo la experiencia del silencio,
debido a que en ese estado supremo no existe nada que alcanzar más que uno mismo”
no hay nada que deba pensarse. Eso a lo que hay que adherirse es solo la experiencia del silencio,
debido a que en ese estado supremo no existe nada que alcanzar más que uno mismo”
Ramana Maharsi
“Hombre conócete a ti
mismo y conocerás al universo y a los dioses”
Oráculo de Delfos
fuente: aqui
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