Desde un punto de vista amplio, todo lo que existe cumple una función en
el plan evolutivo de los universos. Según ese plan, también las
enfermedades ocurren debido a una necesidad de ordenar la vida y son
motivo para perfeccionar a las criaturas que las sufren y para
equilibrar su karma negativo.
Cuando el ser ya es consciente a nivel del alma, antes de encarnar, ve
su meta evolutiva y, basándose en ese conocimiento, programa situaciones
que le proporcionarán el desarrollo necesario en el transcurso de la
vida que va a iniciar sobre a Tierra. Como ese programa se traza con la
ayuda del alma y se apoya en las fuerzas que por la ley del karma
estarán disponibles para esto, siempre se tiene en cuenta el grado de
fortaleza de la persona. Por ello, una enfermedad programada nunca es
mayor que la capacidad de soportarla.
El hecho de no aceptar la enfermedad y de reaccionar contra ella es lo
que la vuelve pesada o demasiado fuerte. Eso es así incluso en lo que se
refiere al dolor físico.
Cuando se manifiesta una enfermedad que ha sido programada antes del
nacimiento físico, la persona se ve en la obligación de encontrar dentro
de sí fuerzas para trascender el estado de enfermo, fuerzas que de otro
modo ella no desarrollaría. Sin embargo, no se las debería emplear para
luchar contra la enfermedad, sino para encararla como una situación que
recuperará el equilibrio; para ubicarse frente a ella de forma
inteligente y colaboradora.
Para mitigar los dolores o para soportar las molestias, la persona tiene
que invocar, de modo especial, a las energías que provienen de su
interior. Es como si las enfermedades acelerasen el despertar de una
nueva comprensión y, en consecuencia, la adquisición de nuevos hábitos.
"Más Allá del Karma" – Trigueirinho
fuente:aqui
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