Su abuelo había sido una persona
exitosa, por lo que si había algún secreto, sin duda se lo contaría. Sin más,
le preguntó:
-
Cuando crezca, quiero tener mucho éxito, como tú. ¿Puedes darme algún consejo
para alcanzarlo?
El abuelo no le respondió, cogió al
niño de la mano y lo llevó al vivero donde solía comprar las plantas. Entonces
le pidió que eligiera dos árboles.
Al llegar a casa, los plantaron.
Colocaron uno en el jardín y otro en una maceta, dentro de casa.
-
¿Cuál de los dos árboles crecerá mejor? – preguntó
entonces el abuelo.
El niño se tomó unos minutos para
pensar y respondió:
- El
árbol de la maceta, porque está dentro de casa, protegido y al seguro. El que
está afuera tendrá que enfrentarse a la lluvia, el sol y el viento, tendrá más
dificultades para crecer y quizás hasta muera.
El abuelo se encogió de hombros y no
dijo nada más.
Los años pasaron, mientras el abuelo
cuidaba ambas plantas. Un buen día, el niño, que ya era un joven, recordó la
pregunta que le había hecho a su abuelo años atrás.
-
Nunca contestaste a mi pregunta. ¿Cómo puedo tener éxito?
El anciano llevó a su nieto a ver
ambos árboles. Luego le preguntó:
-
¿Cuál ha crecido más?
El joven se quedó perplejo, aquello no
tenía sentido.
- ¿Cómo es posible? El árbol de la
maceta tenía todas las condiciones dentro de casa. ¡Debía haber crecido más!
El abuelo sonrió.
- La opción más segura te permite sobrevivir pero no alcanzar el éxito o vivir con plenitud. En cambio, los peligros se convierten en desafíos que te impulsan a crecer. Solo teniendo el valor para arriesgar, podrás descubrir tu verdadero potencial.
fuente: aqui
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