martes, 7 de julio de 2015

SIEMPRE TENEMOS ALGO PARA DAR – Yehuda Berg

Una vez un estudiante se acercó a su maestro y le dijo: “Muchas de sus lecciones hablan de las bendiciones que pueden venir a través del compartir, sin embargo ¡yo no tengo nada que dar! No tengo habilidades y por ende no tengo empleo. No tengo empleo y por ende no tengo dinero”.
El sabio maestro le dijo al estudiante que se parara fuera de un edificio cercano y que simplemente saludara y le diera la mano a los transeúntes por un día completo. Al anochecer, el estudiante regresó exclamando que no sólo había hecho muchos amigos sino que también obtuvo un nuevo empleo milagrosamente. El gerente del edificio observó la calidez, bondad y generosidad del estudiante hacia otros y le ofreció un cargo como portero.
La lección es que siempre tenemos algo para dar, incluso si es sólo una sonrisa o una mano amiga.

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