"Todo lo que marca la diferencia entre la vida y la muerte debe pasar por este mundo por vía del alma".
Dios ha conseguido realizar la
sorprendente proeza de ser adorado pero invisible al mismo tiempo. Millones de
personas lo describirían como un padre con barba blanca sentado en un trono en
el cielo, pero nadie puede asegurar que lo haya visto personalmente. Aunque no
parece posible ofrecer un solo hecho sobre el Todopoderoso que pudiera
sostenerse ante un tribunal, una gran mayoría de personas cree en Dios, para
ser más exactos un 96 por ciento según algunas encuestas.
Esto revela el gran vacío existente
entre fe y lo que llamamos la realidad diaria. Necesitamos llenar este vacío.
¿De qué modo serían los hechos si los
tuviéramos? Serían así. Todo aquello que experimentamos como realidad material
nace en un reino invisible más allá del espacio y del tiempo, un reino
consistente en energía e información, según nos ha sido revelado por la
ciencia. Esta fuente invisible de todo lo que existe no es un espacio vacío sino
que es el mismo útero de la creación. Hay algo que organiza y que crea esta
energía. Convierte el caos de sopa cuántica en estrellas, galaxias, selvas
tropicales, seres humanos y nuestros propios pensamientos, emociones, memorias
y deseos.
En las páginas siguientes veremos que no
sólo es posible conocer esta fuente de existencia en un nivel abstracto sino
que, además, podemos llegar a intimar con ella. Cuando esto sucede nuestros
horizontes se abren a nuevas realidades. Tendremos la experiencia de Dios.
Después de siglos de conocer a Dios a
través de la fe, estamos preparados para entender la inteligencia divina
directamente. En muchos aspectos, este nuevo conocimiento refuerza lo que la
tradición espiritual ya nos había prometido. Dios es invisible y, además, hace
milagros. Es el origen de todo impulso de amor. La belleza y la verdad son
hijos de este Dios. Si no conocemos la fuente infinita de energía y
creatividad, las miserias de la vida se hacen realidad. Acercarnos a Dios a
través del conocimiento verdadero nos cura el miedo a la muerte, confirma la
existencia del alma y da un sentido definitivo a la vida.
Toda nuestra noción de la realidad ha
sido puesta patas arriba. Dios, en lugar de ser una inmensa proyección
imaginaria, ha resultado ser la única cosa real, y todo el universo, a pesar de
su inmensidad y de su solidez, es una proyección de la naturaleza de Dios.
Estos sorprendentes acontecimientos que llamamos milagros nos dan las claves de
su inefable inteligencia. Consideremos la siguiente historia.
En 1924, un viejo campesino francés
caminaba hacia su casa. Apenas veía debido a que perdió uno de los ojos en la
Primera Guerra Mundial y tenía el otro gravemente dañado por el gas mostaza de
las trincheras. La puesta de sol era muy brillante y ello le impedía ver a los
dos jóvenes en bicicletas que habían doblado la esquina y se dirigían hacia él.
En el momento del impacto aparece un
ángel que toma por las dos ruedas la bicicleta que va delante, la levanta un
par de metros del suelo y la deposita sin daño alguno sobre el césped al lado
de la carretera. La segunda bicicleta se detiene y los jóvenes se emocionan
enormemente. «¡Son dos, son dos!» grita uno de ellos refiriéndose al hecho de
que en lugar del anciano sólo, hay dos figuras en la carretera. Todo el pueblo
se aturde tremendamente y, más tarde, dijeron que los dos jóvenes estaban
borrachos y que inventaron esta fantástica historia. Por lo que al anciano se
refiere, cuando se le preguntó sobre el hecho, dijo que no entendía la
pregunta.
¿Podemos nosotros llegar a tener una
respuesta? Sucede que el anciano era un sacerdote, el padre Jean Lamy, y que la
aparición del ángel ha llegado hasta nosotros a través de su propio testimonio
antes de su muerte. A Lamy, persona piadosa y muy querida, se le atribuyen
muchos casos en los que Dios envió ángeles u otras formas de ayuda divina.
Aunque no era muy amigo de hablar de ello, su actitud era real y modesta.
Debido a la vocación religiosa de Lamy es fácil rechazar este incidente como
una historia para devotos. Los escépticos no se conmoverían.
Por mi parte, estoy sencillamente
fascinado por si pudo haber ocurrido, por si podemos abrir la puerta y permitir
que entren en nuestra realidad ángeles para ayudarnos, junto con milagros,
visiones, profecías y, finalmente, el gran desconocido, Dios mismo.
Todos sabemos que una persona puede
aprender de la vida sin religión. Si yo escogiera a cien 10 recién nacidos y
filmara cada momento de sus vidas desde el principio hasta el fin, no sería
posible predecir que aquellos que creen en Dios serán más felices, más sabios o
que tendrán más éxito que los no creyentes. Es más, la cámara no puede grabar
lo que queda por debajo de la superficie.
Alguien que ha tenido la experiencia de
Dios podría ver el mundo con júbilo y alegría. ¿Es real esta experiencia? ¿Es
útil para nuestras vidas, o es sólo un acontecimiento subjetivo, lleno de
significado para la persona que la ha tenido pero no más práctico que un sueño?...”
Fragmento de "Conocer a Dios" (2000), Deepak Chopra.
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