Contrariamente
a lo que se pueda pensar, la amigdalitis o anginas, no es una afección
propia del invierno, sino que también es una de las afecciones más
corrientes de los meses de verano.
Las
anginas son simplemente una faringitis complicada, en la cual se produce
una inflamación, enrojecimiento e hinchazón de las amígdalas (situadas a
ambos lados de la campanilla) y en ocasiones también se forma pus, en
cuyo caso hablaremos de una amigdalitis purulenta.
A
diferencia de la faringitis simple, las anginas con pus son un proceso
mucho más espectacular, aunque no necesariamente tan peligroso como
muchos padres sospechan. Las anginas provocan con frecuencia fiebre
alta, que fácilmente supera los 39 °C, y dolor de garganta, que impide
alimentarse con normalidad debido al dolor que provoca tragar alimentos
no líquidos.
Cuando
este proceso se presenta en niños, las madres y padres suelen pensar que
sin alimentarse un día o dos el hijo puede sufrir daños irreparables.
La mayoría
de anginas, a pesar de ser tratadas con antibióticos, no cursan con
pus. La amigdalitis purulenta, según la medicina oficial, debería ser
tratada con antibióticos debido a que si la infección está producida por
un estreptococo determinado (llamado beta-hemoh’tico de Lancefield),
puede producir a medio plazo una fiebre reumática, con alteraciones de
las válvulas del corazón; se trata de un problema serio, aunque
infrecuente, que requiere tratamiento con antibióticos.
La
extirpación de las amígdalas, tan frecuente hace veinte años, no se ha
demostrado que sea eficaz en la prevención de las infecciones de las
vías respiratorias altas. Sí lo es en la prevención de la amigdalitis,
ya que sin amígdalas, éstas no se pueden inflamar; pero si existe una
tendencia a sufrir afecciones linfáticas, suele ocurrir que la infección
no desaparece sino que cambia de localización, y en vez de anginas, nos
encontramos con faringitis, sinusitis, otitis o laringitis de
repetición.
La
extirpación de las amígdalas sí está indicada (como mal menor) en casos
de amigdalitis purulentas de repetición en que hay una sospecha fundada
(mediante análisis) de que pueden provocar una fiebre reumática.
Infusiones medicinales
Infusión para la amigdalitis o anginas #1: Verter un puñado de flores de manzanilla
en una taza de agua y hervir por 5 minutos. Dejar reposar y colar.
Realizar gargarismo con esta infusión a lo largo del día. Cuando se
hacen gargarismos hay que procurar que el líquido esté algún tiempo en
contacto con la mucosa inflamada.
Infusión para la amigdalitis o anginas #2: Hevir un puñado de hojas de zarzamora
en una taza de agua por 5 minutos. Pasado ese tiempo, tapar y dejar
refrescar. Colar y hacer gárgaras a lo largo del día. Estas dos
infusiones son de carácter astringente y se emplean para evitar,
especialmente si se toman en las fases iniciales, que la inflamación de
la mucosa faríngea se extienda a las mucosas adyacentes de la nariz y
oídos, o que descienda hacia la mucosa laríngea y bronquial. Es
importane observar que la zarzamora favorece la expulsión de las
mucosidades y alivia el dolor.
Infusión para la amigdalitis o anginas #3: Hervir 100 g de agrimonia en un litro de agua y cuando sólo quede la mitad, retirar del fuego. Dejar refrescar, colar y tomar a lo largo del día.
Infusión para la amigdalitis o anginas #4: Verter 60 g de flores de gordolobo
en un litro de agua y hervir hasta que sólo quede la mitad. Retirar
del fuego y dejar refrescar. Filtrar y beber a lo largo del día.
Recomendaciones
Beber muchos líquidos, en especial, agua, jugos de frutas y tisanas.
Realizar envolturas o cataplasmas,
ya que combinan los efectos de las compresas con los de las hierbas u
otras sustancias. Se aplican sobre la piel (directamente o mediante un
paño humedecido) de una sustancia caliente y húmeda, cubierta con un
paño de algodón o lino, y con una segunda cubierta de plástico
impermeable (o bien una bufanda de lana).
Adoptar una dieta rica en vitamina C.
En caso de anginas especialmente molesta, puede ser necesario hacer una
dieta líquida. En este caso son muy útiles los jugos de frutas y los
purés de verduras con poca sal.
Reposar.
El reposo de la voz es uno de los aspectos más importantes en el
tratamiento de las anginas. Cuando ésta se complica con afonía, es
posible que estemos padeciendo también de una laringitis.
No debemos exponer la faringe a temperaturas extremas, por lo que se
evitarán las bebidas de la nevera o los helados y las sopas hirviendo.
fuente: aqui
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