Los seres humanos nacemos con la posibilidad de reír y
de tener sentido del humor (algunos más que otros, claro), y, cuando
somos niños, dicen que reímos unas 300 veces al día, sin embargo, para
no perder esta capacidad innata, hay que ejercitarla a lo largo de la
vida. Un viejo proverbio chino dice que, para estar sano, hay que reír
al menos treinta veces al día, aunque, como media, los psicólogos y los
estudios sociales en la población, nos dicen que los adultos reímos,
como mucho, sólo la mitad, algo que queda muy lejos de esas 300
ocasiones diarias en las que los niños ponen en marcha los 400 músculos
que hacen posible la carcajada.
Afortunadamente, la risa es contagiosa, y podemos
comprobar que reímos con mayor frecuencia cuando nos relacionamos con
los demás. Esto sucede porque, en cualquiera de nosotros, cuando
observamos una cara sonriente, se activa un grupo de células nerviosas
llamadas neuronas espejo, que nos impulsan a sonreír, ya que, en
general, tenemos todos una tendencia innata a sumarnos a las emociones
positivas que percibimos a nuestro alrededor.
Nos reímos de lo que vemos, de lo que oímos, por
imágenes mentales, por el placer de un hecho que recordamos, por
gesticulaciones cómicas, por ocurrencias de nuestros amigos o
compañeros, por algo necio o soez, por preguntas y frases absurdas, por
ironías inteligentes y divertidas,etc. No se sabe todavía porqué hay
personas que se ríen más que otras, posiblemente sea también una manera
de afrontar la vida, ya que la risa (y el humor en general) no deja de
ser nuestra defensa ante la sociedad, o, al menos, ante según que
situaciones que no tendemos a saber manejar cómodamente.
Ejercitando y masajeando músculos y órganos
Cuando reímos, el diafragma, el gran músculo de la
respiración, asciende y desciende rápidamente, produciendo una elevación
momentánea de la presión en la cavidad abdominal, seguida por un
descenso igualmente rápido de la presión. Esta actividad atrapa al
hígado, que es como una esponja, exprimiéndole la vieja sangre
congestionada y trayendo un nuevo caudal a este órgano. El corazón
también tiene su ejercicio, y todas las vísceras del cuerpo reciben un
mensaje suave y tonificante, lo que repercute en la circulación, que,
estimulada, conduce entonces más oxígeno, nutrición más abundante, y
todo el organismo queda en estado de armonía y relajación. Los músculos
del rostro se tonifican, aparece ese tono rosado en las mejillas, una
chispa en los ojos, y la persona queda entonada con la vida.
A nivel químico, cuando una persona se ríe de verdad,
su cerebro libera endorfinas, unos neurotransmisores secretados por la
glándula pituitaria, que tienen un efecto de tipo opiáceo similar a la
morfina (son opiáceos “naturales"). También se libera un neurotransmisor
llamado dopamina, muy relacionado con los estados de bienestar
psicológico, y, al mismo tiempo, cuando una persona se ríe, disminuyen
sus niveles de cortisol, que es una hormona conocida como la "hormona del estrés".
Sabios taoístas dicen que, cuando sonríes, tus órganos generan una
secreción como la de la miel, la cual alimenta todo el cuerpo, mientras
que los pensamientos y formas mentales de miedo y derivados crean
toxinas que bloquean el paso de la energía, afectando la salud de los
órganos y el cuerpo en su totalidad.
Un lenguaje espontáneo
Decía Omraam Mikhaël Aïvanhov que la risa del sabio
es la risa de la libertad. Lo que el sabio ha comprendido le ha liberado
de las cargas inútiles de la existencia, para elevarse hasta las
regiones en donde brilla el sol eterno, y su risa es una risa de quien
comprende “las cosas de la vida”, por eso, posiblemente, hay algo
misterioso en la risa, y en las infinitas formas de reírnos que podemos
experimentar. Es un lenguaje tan universal como la música, y sin embargo
no tiene palabras; debe ser espontáneo, pues, en realidad, es una
expresión de la unidad y la armonía del cuerpo y el alma. Es contagiosa,
es una expresión emocional capaz de producir verdaderos milagros en
nuestro estado de ánimo, y en nuestro sistema energético y psíquico.
En la vida diaria, la risa siempre tiene buena
acogida; es bienvenida en nuestro trabajo y en nuestras distracciones,
en nuestros momentos altos y bajos, y caracteriza todos nuestros estados
de alegría, nuestros estados de libertad, de equilibrio y salud, y no
hay tónico capaz de igualar a la risa espontánea. Su fisiología es
favorable a la salud y a la longevidad, y de ahí el éxito, y la buena
salud, de todos aquellos que se toman todo con cierto humor, y saben
usar el poder de la risa para el buen vivir, siendo un mecanismo humano
que no posee ninguna otra especie en nuestro planeta.
La energía de la risa
El campo energético que produce una explosión de
energía de la risa combinada con la voluntad del desapego de las cosas
de las que nos estamos riendo, inclusive si se trata de uno mismo, tiene
el poder de transformar nuestros cuerpos sutiles, de iniciar el proceso
de la "destilación alquímica" de muchas cosas que podamos tener
reprimidas o escondidas, y que empiezan, al menos, a ser infundidas con
un tipo de energía de una vibración mayor que puede permitir su
liberación y transmutación total. De ahí que los taoístas creen que la
sonrisa interior es la forma más efectiva para contrarrestar el estrés y
la enfermedad en nuestras vidas, ya que está íntimamente relacionada
con la glándula tiroides, incrementando la actividad energética de esta
glándula uno puede reducir y eliminar el estrés y todo aquello que le
acompaña.
Reír nos sana, y en estos momentos más que nunca,
necesitamos mecanismos naturales para preservar la salud, ante toda la
tristeza que se nos quiere vender, ante los miedos que se nos quieren
incrustar en la sociedad, a nivel colectivo, con todo tipo de
situaciones orquestadas por aquellos que mueven los hilos y que no
pueden controlar ya el destino de lo que está pasando en el planeta, ya
que, entre otras cosas, tenemos que saber que si perdemos la risa,
porque cedemos al miedo y a la preocupación, perdemos literalmente la
vida. Una sonrisa es la energía más poderosa en el poder personal,
porque la risa es una energía vibratoria muy elevada, incluso si nos
estamos riendo de nosotros mismos, de ahí que tengamos que practicarla
todos los días ante toda situación posible. Como decía Martin Charmín,
un escritor y director de grandes comedias teatrales, “nunca estás totalmente vestido sino llevas una sonrisa.”
fuente: aqui
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