Se dice que una vez un personaje
importante fue a ver a Joshu. Era un gran político, un hombre poderoso,
un gobernador. Escribió en un papel: 'He venido a verte', junto a su
nombre y su condición de gobernador de aquél y de otro Estado.
Consciente o inconscientemente debía de estar deseando impresionar a
Joshu.
El mensajero regresó y le dijo: 'Joshu ha dicho: '¡Que se vaya!'. Ha tirado tu carta de presentación y ha dicho: 'No quiero ver a este individuo'.
El gobernador comprendió. Tomó de nuevo un papel y simplemente escribió su nombre y un 'quisiera conocerte'.
Cuando Joshu leyó el papel dijo: '¡Éste si es el hombre! ¡Tráemelo!'
El gobernador entró y le preguntó: '¿Por qué te has comportado de forma tan extraña? ¡Me invitaste a irme!'
Joshu le dijo:'Aquí no se permiten fachadas. 'Gobernador' es una fachada, una máscara. Te reconozco perfectamente, pero no reconozco las máscaras y, si vienes con una máscara, no te permitiré entrar. Ahora todo está bien. Te conozco muy bien, pero no conozco a ningún gobernador. La próxima vez, deja al gobernador, déjalo en casa. No lo traigas contigo'.
Casi siempre estamos utilizando fachadas; de inmediato, cambiamos. Si percibimos variaciones en la situación, cambiamos de inmediato como si no tuviéramos un alma integrada, un alma cristalizada.
Para Joshu todo es lo mismo: un extranjero, este amigo, un discípulo, el superior. Con su respuesta, «Toma una taza de té», permanece él mismo interiormente. Y, ¿por qué tomar una taza de té? Es algo muy simbólico para los maestros zen. El té fue descubierto por los maestros zen y para ellos el té no es algo ordinario. En cada monasterio zen tienen una habitación para tomar el té. Es especial, como un templo. Seguro que no lo entenderás... el té es un asunto tremendamente religioso para un maestro zen o un monasterio zen. El té es como la oración. Ellos la descubrieron.
Osho
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