Cuando atravesamos situaciones dolorosas,
generalmente intentamos reprimir el dolor o acelerar el proceso. Quizás
cubrimos nuestro dolor con una sonrisa o intentamos convencernos de que
todo ocurre para mejor. Éstas son buenas formas para lidiar con el
dolor, pero nunca a expensas de descubrir aquello que el dolor quiere
enseñarnos.
El dolor puede ser un maestro poderoso. Si podemos simplemente
sentarnos quietos con él, podemos aprender tanto acerca de nosotros
mismos y de lo que necesitamos cambiar para hacer que nuestras vidas
mejoren.
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