Aceptarte a ti mismo por todo lo que eres significa aceptar todas las fallas y toda la Luz.
Algunas veces nos juzgamos severamente por las cosas que no somos en
lugar de apreciar la increíble Luz en nuestro interior. Esta es la razón
por las que nos volvemos “receptores” en vez de “dadores”. Cuando no
reconocemos nuestra propia Luz, la buscamos en la forma de energía que
obtenemos de otros (atención, aprobación, gratitud, etc.).
Aceptar todos nuestros rasgos nos permite convertirnos en un mejor conducto para compartir más con otros.
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