Rav Áshlag solía decir que uno debería evitar pensar: “¡Y qué!”, refiriéndose a: ¿A quién le importa si hago esto o no? De hecho, él indicaba que este pensamiento era una de las actitudes más destructivas de la humanidad.
El mundo entero está conectado, y todo lo que hacemos de forma
individual lo afecta en su totalidad . Aprendemos esto en nuestros
estudios bíblicos, pero si lo buscas en Google, verás que la ciencia se
hace eco de esta idea. Cualquier cosa afecta a todas las cosas.
Cada acción que realizamos acerca más el mundo a la Luz, o lo aleja
más. No pueden existir los “¡Y qué!” en el camino espiritual porque todo
cuenta.
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