El Rey David escribió en los Salmos que cuando una persona reza, debería sentir que es pobre. ¿Qué quiso decir con esto?
Cuando nos acercamos al Creador y pedimos algo, no podemos hacerlo desde la conciencia de: “yo merezco”.
En realidad, no merecemos nada. Estamos pidiendo prestadas todas las
bendiciones que recibimos, y todas ellas pueden ser arrebatadas de
nosotros en cualquier momento.
De hecho, no existe algo que alguna vez hayamos hecho para merecer la
vida que hemos recibido del Creador. ¿Hemos ganado el derecho a
despertar otro día? ¿Qué esfuerzos hicimos ayer por el aire que
respiramos en este preciso momento? ¿Por la salud que tenemos? ¿Por las
amistades que atesoramos?
Es una paradoja increíble: Cuando sabemos que no merecemos nada, conectamos con la Luz y podemos recibirlo todo.
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