El ego fue creado para ocultar una profunda verdad: Dar genera más
placer que recibir. Pero tú no sabes esto. No tienes permitido saberlo.
El mundo fue estructurado, desde su diseño, para recompensar el
comportamiento egocéntrico a través de la satisfacción inmediata. En
contraste, el amor incondicional está diseñado para hacerte sentir
incómodo al principio. Es duro. Es difícil.
No te equivoques,
cuando dar se siente bien, no es real, no es dar de verdad. En Kabbalah
se conoce como dar con el propósito de recibir y realmente se considera
como recibir. El verdadero dar, el verdadero amor incondicional, debe
siempre, y esto es una condición, ser difícil de hacer. Esta es tu pista
de que estas superando el ego.
Así que cuando lamentas el hecho
de que todo el amor que das no te da nada a cambio, debes aceptar una
dura y difícil verdad: Compartías amor con el propósito de recibir. Y al
hacer esto, no expresabas tu verdadera naturaleza divina. Ni estabas
alcanzando el propósito de tu vida. Dios imparte amor con ningún otro
propósito que satisfacer las necesidades de otro. No hay ningún
pensamiento, consideración ni cálculo de lo que podría generar a cambio
ese regalo. Por ello, en el momento en el que te atrapes a ti mismo
preguntándote por qué tu amor no correspondido, debes reconocer que es
el ego y no es tu verdadero Yo el que está gobernando tu comportamiento.
Verás, el ego odia todo el concepto de amar a otro sin ninguna
consideración por el deseo propio. Cada miedo, preocupación, cada duda
que tengas sobre el pensamiento de ofrecer tu amor y desnudar tu alma,
solamente por la otra persona, está siendo alimentado por el enemigo
conocido como ego. Cuando sigues sus caprichos, es decir cuando permites
que el enemigo influya en tu comportamiento, estás en un camino de
relaciones cortas y soledad. Estás intercambiando el amor duradero que
satisface tu corazón y alma a cambio de satisfacción a corto plazo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.