Aunque cada fracaso nos enseña algo único, también hay una lección
general que está presente en todo momento: El ego tiene un agarre más
fuerte de lo que pensamos.
Esta lección es realmente un recordatorio de que la batalla en contra
de nuestra inclinación egoísta requiere un compromiso consistente, sin
importar dónde nos encontremos, cómo nos sintamos o cuáles puedan ser
las circunstancias externas.
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