Intentemos conocer nuestro ego y
determinar cuando nuestro ego influye y domina nuestra vida. Pregúntate:
¿Estoy escuchando a mi falso yo o a mi yo espiritual?.
A medida que vayamos adquiriendo
conciencia de nuestro ego, podremos librarnos del egocentrismo y entrar
en la conciencia superior.
Comenzá a llevar la cuenta de con cuánta frecuencia usas el pronombre “yo”.
Al no centrarte en tu propia persona estarás superando el ego.
Comenzá a considerar tu ego como una
entidad que te acompaña y que tiene un propósito. Que es invisible y
siempre está a tu lado.
Él trata de convencerte que estás separado de Dios, de tu superioridad respecto de otros, y de que eres “especial”.
El quiere que te sientas ultrajado
cuando recibes un trato incorrecto, cuando te insultan, cuando no te
acarician; ofendido cuando no sales con la tuya, herido cuando pierdes
en una competición.
Primero conoce a esta entidad. Luego percatate que está obrando en ti. Por último, libérate de ella.
Escucha a los demás y no te centres en tí mismo.
Durante las conversaciones, concéntrate en lo que la otra persona está diciendo y en lo que siente.
Luego responde con una frase que empiece por “tú, usted”.
Es una manera de contener el ego y permitir que participe el yo espiritual.
Resistí el hábito de permitir que el ego domine tu vida.
Cuanto más se resistas a permitir que
tu ego sea quien controle tu vida, más pronto llenará el espacio que
antes ocupaban las exigencias de tu falso yo.
Practicá la meditación diaria o el
acallar tu mente para deshacer la ilusión de que está separado del
universo y que todas las almas son extensiones de la energía de Dios.
Comenzarás a tratar a los demás como te agradaría que te tratasen a ti.
Te sentirás conectado con todo y con todos.
Trata de borrar de tu mente la palabra “especial”.
Especial implica mejor que, o más importante que. Niega que Dios habita en cada uno de nosotros.
Todos somos especiales a los ojos de
Dios: por lo tanto, nadie necesita la etiqueta de “especial”. No hay
favoritos. No se relega a nadie.
Todos somos Uno.
Escribí en un diario, describí en que te beneficia sentirte ofendido. Lo que te ofende es obra de tu ego.
No pretendamos que el mundo debería ser como nosotros y no como en realidad es.
Da más de ti mismo y pedí menos a cambio.
Se quien acaricie. Se quien da cariño.
Recuerda cada día que el más alto culto
que puede rendírsele a Dios es servir a la humanidad, y que mediante
ese acto su yo espiritual se sentirá realizado.
Pon fin a la búsqueda externa de la libertad y conoce el sabor de la auténtica libertad que es la comunión con tu yo espiritual.
La auténtica libertad no necesita nada
para demostrar su existencia. Sólo siendo auténticamente libre podrás
amar, porque no existe amor sin libertad. La falsa libertad exige que
tenga a la mano algo que dé fe de su existencia.
Autora: Patricia Canseco http://www.superandotecadadia.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.