Vlamyr me ha preguntado: “¿Qué rituales o ejercicios podrías ofrecernos para abrirnos a nuevos niveles de conciencia?”.
Para llegar a uno mismo, al Ser esencial, primero que nada debemos
domar a esa ilusión tatuada en nuestra mente por la familia, la sociedad
y la cultura, que llamamos Ego. Ilusión con la que nos identificamos y
que nos retiene en una especie de cárcel mental. Se logra esto,
observando objetivamente hasta donde nos es posible, la cotidiana
conducta de ese personaje que nos posee. He aquí una lista, no
exhaustiva, de los defectos de carácter que debemos vencer para llegar a
actuar como un ser de un alto nivel de conciencia. Quien añade
conciencia, añade felicidad a su vida.
El Ego se alaba sin cesar… El Ego se maltrata, pero en el fondo
quiere que le digan que sus defectos no son tan graves o que lo admiren
por su franqueza y “humildad”… El Ego habla sin entender lo que está
diciendo porque, en verdad, no puede conocer nada pues gira alrededor de
sí mismo… El Ego proyecta su imagen en todo el mundo. Si tiene miedo,
el mundo es feo. Si está eufórico, el mundo es bello. Si tiene deseos
perversos, ve pervertidos en todas partes… El Ego cree que él es lo que
piensa, siente, hace. Si critican algo de él, se ofende… El Ego no ve
diferencia entre lo que tiene y lo que es él. Los objetos son su
continuación. Es capaz de matar si le dañan, por ejemplo, su automóvil…
El Ego goza de su propia violencia, como también goza de su
insatisfacción e incultura… Como el tiempo es su enemigo porque lo
acerca a la muerte, el Ego se preocupa de la edad, es decir, de sus
cambios físicos. Cambios que oculta con tatuajes, piercings, adornos… El
Ego siempre enjuicia a los demás poniéndose él como medida: son
mejores, peores o iguales a él… El Ego tiene buenas razones para
justificar sus errores: son culpa de las circunstancias o de los otros…
El Ego discute para demostrarse a sí mismo que es más inteligente que
los otros. Su táctica es decir “¡No!”… El Ego es codicioso: no ama sino
que desea poseer… El Ego dice que le suceden cosas “extraordinarias”: ha
visto un platillo volador, ha tenido una visión, conoce a un personaje
famoso, etc. Lo que le “sucede” lo cuenta para ponerse en valor y
sentirse superior a los que lo escuchan… Cuando alguien muere, el Ego se
alegra porque no es él quien expiró… El Ego oculta un mordisco detrás
de cada alabanza que concede… Al Ego le gusta agradar y se coloca
máscaras de diferentes personalidades para caer bien. Se hace el honesto
o el fuerte o el delicado o el niño, según con quien está…El Ego se
preocupa por dejar sus huellas en algún lado: firma paredes, pone sus
fotografía en marcos, funda escuelas, lucha por obtener medallas y
premios, etc… Al Ego le gusta mandar a otros y goza apoderándose de
voluntades ajenas. Sufre cuando otro lo manda. Detesta a cualquier clase
de maestro… Al Ego le gusta vivir junto a los que tienen poder o fama y
es servil con ellos por envidia… El Ego no sabe escuchar: supone lo que
le van a decir y reacciona según sus suposiciones sin dejar hablar al
otro… El Ego es un vampiro de energía: cuando visita a alguíen es capaz
de hablarle de sí mismo durante horas sin preguntarle ni siquiera si
está bien de salud…
La auto-observación de nuestro Ego debe ser constante: es la básica y
esencial primera lucha para acceder a planos de conciencia más
elevados.
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