¿Por qué has alcanzado unos objetivos y no otros? Si no estas seguro, no
eres el único confuso. Resulta que incluso la gente brillante y con
grandes logros son terribles a la hora de comprender por qué tienen
éxito o fracasan. Por instinto, la respuesta –que has nacido con ciertas
habilidades y no con otras- es sólo una pequeña pieza del puzzle. De
hecho, décadas de investigación relativa a logros, sugiere que la gente
con éxito alcanza sus objetivos no solo por quienes son sino más a
menudo por lo que hacen.
1- Concreta. Cuando te planteas un objetivo, intenta ser lo más
específico posible. “Perder 5 kilos” es un objetivo mejor definido que
“Perder algo de peso”, porque te da una idea clara de a qué se parece el
éxito. Saber exactamente lo que quieres conseguir te mantiene motivado
hasta que lo consigas. Piensa una acción específica que debas tener en
cuenta para alcanzar tu objetivo. Si te prometes “comeré menos” o
“dormiré más” es demasiado indefinido, se claro y preciso. “Estaré en la
cama a las 10 de la noche entre semana” no deja espacio para dudar lo
que tienes que hacer y si realmente lo has hecho.
2-Aprovecha cada momento para actuar. Estamos tan ocupados, y con tanto
objetivos entre las manos que no es sorpresa que perdamos oportunidades
de actuar simplemente porque no nos damos cuenta. Realmente no has
tenido tiempo para hacer ejercicio hoy? Ni un momento para devolver esa
llamada de teléfono? Conseguir una meta significa aprovechar esas
oportunidades antes de que se escurran entre los dedos.
Para aprovechar cada momento, preve cuando y donde desarrollarás cada
actividad. De nuevo, se lo más concreto posible (ej. “Si es lunes,
miércoles o viernes voy a hacer ejercicio 30 minutos antes de ir al
trabajo”.) Investigaciones muestran que este tipo de planificación
ayudará a tu cerebro a detectar y aprovechar cada oportunidad que surja,
incrementando las posibilidades de éxito un 300% aproximadamente.
3-Conoce exactamente cuánto camino queda. Conseguir cualquier meta
requiere una evaluación continua y honesta de tu progreso, o te evalúan
desde fuera o te evalúas tu. Si no sabes cómo lo estás haciendo, no
puedes ajustar tu comportamiento o tus estrategias. Evalúa tus avances
con frecuencia semanal, o incluso a diario, dependiendo de tu meta.
4-Se optimista-realista. Cuando te planteas una meta, se pone en marcha
el pensamiento positivo sobre la probabilidad de conseguirlo. Confiar en
tu habilidad para tener éxito es muy útil para generar y mantener tu
motivación. Pero hagas lo que hagas, no subestimes lo difícil que puede
ser conseguir lo que te has propuesto. La mayor parte de los objetivos
requieren tiempo, planificación, esfuerzo y persistencia.
Investigaciones muestran que pensar que las cosas se consiguen
fácilmente y sin esfuerzo te dejan sin armas para afrontar el camino y
aumenta significativamente las probabilidades de fracaso.
5-Concéntrate en mejorar, más que en ser bueno. Confiar en tu habilidad
para conseguir objetivos es importante, pero es más importante confiar
en que puedes tener esa habilidad. Muchos de nosotros pensamos que
nuestra inteligencia, nuestra personalidad y nuestras aptitudes físicas
están fijadas y no importa lo que hagamos, no las mejoraremos. Así nos
centramos en objetivos relacionados con nosotros más que desarrollar y
adquirir nuevas habilidades.
Afortunadamente, décadas de investigación sugieren que la creencia de
que las habilidades son estáticas es errónea, las habilidades de todo
tipo son muy flexibles. Aceptar el hecho de que es posible el cambio se
pueden valorar mejores opciones y alcanzar tu potencial. Las personas
cuyos objetivos son mejorar, más que ser bueno, toman las dificultades
con calma y aprecian el camino más que llegar al destino.
6- Ten agallas. Voluntad de comprometerte con objetivos a largo plazo, y
persistir ante la dificultad. Estudios muestran que la gente valiente
obtiene mayor nivel educativo y mejores calificaciones.
El esfuerzo, la planificación, la persistencia y buenas estrategias son
lo que realmente te lleva al éxito. Aceptar esto no sólo te ayudará a
ver tus objetivos con mayor precisión, sino también tener más confianza y
agallas.
7- Fortalece tu fuerza de voluntad como un músculo. El autocontrol es
como cualquier otro músculo en tu cuerpo, cuando no lo ejercitas se
debilita, pero cuando lo ejercitas de forma regular se hará más fuerte y
capaz de ayudarte a conseguir tus objetivos.
Asume un reto. No tomar más aperitivos ricos en grasa, hacer 100
abdominales al día, ponerte recto cuando te des cuenta de que estás
encorvado, intentar aprender una nueva habilidad. Comienza sólo con una
actividad, y elabora un plan de respuesta para cuando comiences a
encontrar algún problema. (Si se me antoja un bocadillo, comeré una
pieza de fruta o tres piezas de frutos secos). Será difícil al
principio, pero cada vez será más facil, esa es la clave. A medida que
tu fuerza sea mayor, puedes incorporar más metas y avances en tu sesión
de autocontrol.
8-No tientes a la suerte. No importa lo fuerte que haya conseguido ser
tu fuerza de voluntad, es importante tener en cuenta el hecho de que
este hecho es limitado y si la sobrecargas puedes llegar a agotarla. No
te propongas dos metas de una vez, si puedes evitarlo (como dejar de
fumar y empezar una dieta al mismo tiempo). Y no te pongas en peligro,
mucha gente sobrevalora su resistencia a la tentación y se exponen a
muchas situaciones donde las tentaciones abundan. Las personas con éxito
saben que no deben convertir una meta en algo más difícil de lo que por
si ya puede ser.
9-Céntrate en lo que harás y no en lo que no harás. Quieres conseguir
perder peso, dejar de fumar, o poner un límite a tu mal genio? Planifica
cómo vas a reemplazar malos hábitos por buenos, más que centrarte sólo
en los malos hábitos. Investigaciones relativas a la supresión de
pensamiento (ej. No pienses en osos blancos”) han mostrado que intentar
evitar un pensamiento hacen que esté más presente. Lo mismo ocurre
cuando se trata de un comportamiento, intentar no tener un mal hábito
puede fortalecerlo más que romperlo.
Si quieres cambiar tu modo de hacer algo, establece las ‘instrucciones’
que vas a darte. Por ejemplo si estás intentando mantener la calma quizá
debas plantearte “si comienzo a enfadarme respiraré profundamente tres
veces para calmarme”. Utilizando la respiración profunda en lugar de
centrarte en tu ira, tu mal hábito se irá debilitando hasta desaparecer
por completo.
fuente: aqui
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