La sabiduría de la incertidumbre reside en el desapego… en la sabiduría de la incertidumbre reside la liberación del pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento anterior.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo
desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos entregamos a la
mente creativa, que orquesta la danza del universo. Deepak Chopra
Como dos aves doradas posadas en el mismo árbol, el ego y el yo, íntimos amigos, viven en el mismo cuerpo. El primero come los frutos dulces y amargos del árbol de la vida., mientras que el segundo observa con indiferencia. Upanishad Mundaka
La sexta ley espiritual del éxito es la
ley del desapego. Esta ley dice que para adquirir cualquier cosa en el
universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.
Es grande el poder que se deriva de
esto. Tan pronto como renunciamos al interés por el resultado,
combinando al mismo tiempo la intención concentrada y el desapego,
conseguimos lo que deseamos. Podemos conseguir cualquier cosa que
deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la confianza
incuestionable en el poder del verdadero yo. El apego, en cambio, se basa en el temor y en la inseguridad – y la necesidad de sentir seguridad emana del desconocimiento del verdadero yo.
La fuente de la abundancia, de la
riqueza o de cualquier cosa en el mundo físico es el yo; es la
conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un
símbolo: vehículos, casas, cheques, ropa, aviones. Los símbolos son
transitorios; llegan y se van. Perseguir símbolos es como contentarse
con el mapa en lugar del territorio. Es algo que produce ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque cambiamos el yo por los símbolos del yo.
El apego es producto de la conciencia
de la pobreza, porque se interesa siempre por los símbolos. El desapego
es sinónimo de la conciencia de la riqueza, porque con él viene la libertad para crear.
Sólo a partir de un compromiso desprendido, podemos tener alegría y
felicidad. Entonces, los símbolos de la riqueza aparecen
espontáneamente y sin esfuerzo. Sin desapego somos prisioneros del
desamparo, la desesperanza, las necesidades mundanas, los intereses
triviales, la desesperación silenciosa y la gravedad – características distintivas de una existencia mediocre y una conciencia de la pobreza.
La verdadera conciencia de la riqueza
es la capacidad de tener todo lo que deseamos, cada vez que lo deseamos,
y con un mínimo de esfuerzo. Para afianzarnos en esta experiencia es
necesario afianzarnos en la sabiduría de la incertidumbre. En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos.
La gente busca constantemente seguridad, pero con el tiempo descubriremos que esa búsqueda es en realidad algo muy efímero. Hasta el apego al dinero es una señal de inseguridad. Uno podría decir:
“Me sentiré seguro cuando tenga X cantidad de dinero porque entonces
tendré independencia económica y podré jubilarme. Y entonces haré todo
lo que he querido hacer siempre”. Pero eso es algo que nunca sucede – que nunca llega.
Quienes buscan la seguridad la
persiguen durante toda la vida sin encontrarla jamás. La seguridad es
evasiva y efímera porque no puede depender exclusivamente del dinero. El apego al dinero siempre creará inseguridad, no importa cuánto dinero se tenga en el banco. De hecho, algunas de las personas que más dinero tienen son las más inseguras.
La búsqueda de la seguridad es una
ilusión. Según las antiguas tradiciones de sabiduría, la solución de
todo este dilema reside en la sabiduría de la inseguridad o la sabiduría
de la incertidumbre. Esto significa que la búsqueda de seguridad y de
certeza es en realidad un apego a lo conocido. ¿Y qué es lo conocido? Lo
conocido es el pasado. Lo conocido no es otra cosa que la prisión del
condicionamiento anterior. Allí no hay evolución -absolutamente ninguna
evolución. Y cuando no hay evolución, sobrevienen el estancamiento, el
desorden, el caos y la decadencia.
La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad. La incertidumbre es penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo
desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre fresco,
siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones.
Sin la incertidumbre y sin lo desconocido, la vida es sólo una vil
repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en víctimas del
pasado, y nuestro torturador de hoy es el yo que ha quedado de ayer.
Renunciemos a nuestro apego a lo
conocido y adentrémonos en lo desconocido, así entraremos en el campo de
todas las posibilidades. La sabiduría de la incertidumbre jugará un
importante papel en nuestro deseo de entrar en lo desconocido. Esto
significa que en cada momento de nuestra vida habrá emoción, aventura, misterio; que experimentaremos la alegría de vivir: la magia, la celebración, el júbilo y el regocijo de nuestro propio espíritu.
Cada día podemos buscar la emoción de
lo que puede ocurrir en el campo de todas las posibilidades. Si nos
sentimos inseguros, estamos en el camino correcto – no nos demos por
vencidos. En realidad no necesitamos tener una idea rígida y completa de
lo que haremos la semana próxima o el año próximo, porque si tenemos
una idea clara de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a
ella, dejaremos por fuera un enorme abanico de posibilidades.
Una de las características del campo de
todas las posibilidades es la correlación infinita. Este campo puede
orquestar una infinidad de sucesos espacio-temporales con el fin de
producir el resultado esperado. Pero cuando hay apego, la intención
queda atrapada en una forma de pensar rígida y se pierden la fluidez,
la creatividad y la espontaneidad inherentes al campo de todas las
posibilidades. Cuando nos apegamos a algo, congelamos nuestro
deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo
encerramos dentro de un rígido marco que obstaculiza el proceso total
de la creación.
La ley del desapego no obstaculiza la
ley de la intención y el deseo – la fijación de metas. Siempre tenemos
la intención de avanzar en una determinada dirección, siempre tenemos
una meta. Sin embargo, entre el punto A y el punto B hay un número
infinito de posibilidades, y si la incertidumbre está presente,
podremos cambiar de dirección en cualquier momento si encontramos un
ideal superior o algo más emocionante. Al mismo tiempo, será menos
probable que forcemos las soluciones de los problemas, lo cual hará
posible que nos mantengamos atentos a las oportunidades.
La ley del desapego acelera el proceso
total de la evolución. Cuando entendemos esta ley, no nos sentimos
obligados a forzar las soluciones de los problemas. Cuando forzamos las
soluciones, solamente creamos nuevos problemas. Pero si fijamos nuestra atención en la incertidumbre y la observamos
mientras esperamos ansiosamente a que la solución surja de entre el
caos y la confusión, entonces surgirá algo fabuloso y emocionante.
Cuando este estado de vigilancia
–nuestra preparación en el presente, en el campo de la incertidumbre–
se suma a nuestra meta y a nuestra intención, nos permite aprovechar la
oportunidad. ¿Qué es la oportunidad? Es lo que está contenido en cada
problema de la vida. Cada problema que se nos presenta en la vida es la semilla de una oportunidad para algún gran beneficio.
Una vez que tengamos esta percepción, nos abriremos a toda una gama de
posibilidades – lo cual mantendrá vivos el misterio, el asombro, la
emoción y la aventura.
Podremos ver cada problema de la vida como la oportunidad de algún gran beneficio.
Habiéndonos afianzado en la sabiduría de la incertidumbre, podremos
permanecer alerta a las oportunidades. Y, cuando nuestro estado de
preparación se encuentre con la oportunidad, la solución aparecerá espontáneamente.
Lo que resulta de esto es lo que denominamos comúnmente “buena suerte”. La buena suerte no es otra cosa que la unión del estado de preparación con la oportunidad.
Cuando los dos se mezclan con una vigilancia atenta del caos, surge
una solución que trae beneficio y evolución para nosotros y para todos
los que nos rodean. Ésta es la receta perfecta para el éxito, y se basa
en la ley del desapego.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL DESAPEGO
Pondré a funcionar la ley del desapego comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1)Hoy
me comprometeré con el desapego. Me permitiré y les permitiré a los que
me rodean la libertad de ser como somos. No impondré tercamente mi
opinión de cómo deben ser las cosas. No forzaré las soluciones de los
problemas, y, por tanto, no crearé con eso otros nuevos. Participaré en
todo con absoluto desprendimiento.
2) Hoy
convertiré a la incertidumbre en un elemento esencial de mi
experiencia. Y gracias a esa disponibilidad para aceptar la
incertidumbre, las soluciones surgirán espontáneamente de los
problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más
inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la
incertidumbre es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría
de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3) Penetraré
en el campo de todas las posibilidades y esperaré la emoción que tiene
lugar cuando me mantengo abierto a una infinidad de alternativas.
Cuando entre en el campo de todas las posibilidades, experimentaré todo
el regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
fuente: aqui
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