Nos habíamos quedado en el último artículo repasando
dos de los temores inconscientes más profundos grabados en la psique del
ser humano. Vamos a completar la lista con otros dos que son también
muy prevalentes, y que conforman el conjunto de aquellos “talones de Aquiles” que todos tenemos, y que permiten, de muchas formas, el sustento y refuerzo del sistema bajo el que vivimos.
Necesidad de protección y miedo al abandono
El tercer temor imbuido en nuestra psique está
relacionado con la protección de los depredadores que ya hemos visto.
Una de las primeras reacciones que tenemos, subconscientemente, cuando
nos encontramos en una situación donde nos sentimos o vemos atacados, o
asaltados, es la búsqueda de protección, simbolizada por el personaje
del “padre protector”, del miembro más “fuerte” del clan, o de aquel que
“cuida” de otros. Así, en los tiempos en los que la llegada de la noche
hacía aparecer el peligro de los depredadores, todos buscaban el
resguardo y protección de aquellos miembros que, por las razones que
fueran, se erigían en cuidadores y protectores de la tribu, del grupo.
Al hacer esto, estaban dando cierto poder y control, sobre el resto, al
personaje o miembro que tomaba este rol. De esta forma, estos, se
convertían de algún modo en los dirigentes y “jefes” de nuestros
ancestros, por el simple hecho de tener las capacidades físicas e
intelectuales para proteger a los demás: dictaban donde era seguro ir a
cazar, a pescar o a recolectar comida, o donde no ir, decidían cuando se
podía salir de la seguridad del grupo y cuando no, etc. Esta necesidad
de protección, de nuevo, inconsciente, es la misma que se sigue
propagando actualmente en el “mundo moderno”, habiendo sustituido al
jefe fuerte del clan, por gobiernos, policías, militares, y demás
organizaciones e instituciones por el estilo, que no podrían ser
implantadas y tener tanto poder sobre la población, sino fuera por la
explotación de la necesidad de protección que llevamos imbuido todos
como parte de uno de los instintos primarios del ser humano.
Si hay miedo, se busca instintivamente protección
La cuestión es que la reacción instintiva al miedo es
la de buscar “protectores”, y lo hacemos sin ser conscientes de ello,
en la mayoría de los casos. Sabiendo esto, no hay más que mantenernos en
un estado potencialmente latente siempre de temor a que pase esto, a
que pase lo otro, para que, instintivamente, mantengamos siempre la
necesidad de este tipo de sistemas de protección (percibidos como
tales). Atentados de bandera falsa (creados por los propios países para
imponer en sus ciudadanos ciertas normas y leyes como resultado del
mismo), conflictos creados artificialmente, enfrentamientos continuos de
ideologías, culturas, razas, credos. Nada que no podáis comprender ya
por vosotros mismos. La contrapartida a este tipo de miedo, es el
desarrollo del coraje y la valentía personal, para actuar por uno mismo
sin buscar protección externa a pesar del miedo que se pueda sentir o
percibir, por esta o cualquier otra situación vivida.
Así, esta necesidad de protección viene asociada con
el tercer miedo más prevalente en la psique humana: el miedo al abandono
por aquella figura protectora que nos protegía. Antiguamente, ser
abandonado por tu tribu, tu clan, tu grupo, significaba directamente la
muerte a manos de depredadores, del clima, de otras tribus, etc., por lo
que el miedo a ello significaba aceptar las normas, reglas y decisiones
de aquellos que protegían al clan para sobrevivir en conjunto.
Además, el ser abandonado, obliga a tener que
enfrentar los posibles problemas, depredadores, obstáculos, situaciones
peligrosas, etc., por uno mismo, algo que no suele ser lo más deseado
por la mayoría de las personas en nuestra sociedad, ni ahora ni hace
miles de años. Si no existe tal o cual institución, cuerpo de
protección, organismo, etc., ¿quién me va a solucionar mis problemas?
Eso es básicamente la versión moderna del mismo problema que tenían
nuestros antepasados en su contexto particular.
El miedo al abandono está presente en muchos grados
en nuestra vida. Un niño que no se separa de sus padres, porque
evidentemente sin ellos no sabría desenvolverse en el mundo, un persona
que se aferra a una pareja para poder navegar por la vida, un empleado
que se rige por las decisiones de su jefe para no perder el trabajo y el
sueldo, el equivalente a ser desterrado de la tribu y, posiblemente, no
ser capaz de sobrevivir por sí mismo. Son contextos diferentes para
actuaciones y sistemas relacionados con el mismo tipo de precepto: el
miedo al abandono de la figura “protectora” y “cuidadora”, sea una
persona, o todo un ejército militar.
Miedo al caos
El cuarto y último miedo primario también tiene mucho
peso en nuestro modo de vida. Antiguamente, si caía la noche, si
corríamos el riesgo de ser atacados por depredadores, si el protector
del clan no nos cuidaba, el pánico podía apoderarse de los miembros de
la tribu, nadie sabía qué hacer ni cómo reaccionar, no había control, no
había orden, no había seguridad. La percepción de que no existía algo
que mantuviera el control de la situación, en estas horas de potencial
peligro, llevó a desarrollar otro miedo instintivo: el miedo al caos.
Si hacemos un pequeño juego de palabras, al
preguntarle a alguien que es lo primero que le viene a la mente cuando
piensa en una sociedad donde no hubiera ningún tipo de control, de
dirigentes, de “gestionadores” del sistema, etc., algunas personas
posiblemente dirán “libertad”, pero muchas otras, como leía en algún
experimento social hecho hace algunos años, directamente lo asocian con
el concepto de “anarquía” y por supuesto, “caos”.
Básicamente, si no hay ningún tipo de control sobre
nosotros, todos pensamos en situaciones de caos y descontrol. Y aunque
estoy casi seguro que lo habría, es simplemente porqué ninguno sabemos
tomar las riendas de nuestras vidas y de la convivencia en común en
armonía, sin dictados de alguien que rija como deberíamos vivir, ya que
no nos han dejado hacerlo, como raza, especie y humanidad, y de ahí que,
literalmente, sentimos que no sabríamos sobrevivir en “caos”, sin
controladores o “algo o alguien” que lo evitara.
Al final, y aunque parece irónico, a mayor control o
intentos de control, más caos alrededor del mundo, pues todas las
imposiciones, restricciones y limitaciones impuestas sobre nosotros
mismos, y por nosotros mismos, van en contra de todas las leyes
cósmicas, universales, naturales, y al no vivir en armonía con ellas,
realmente el resultado es catastrófico, sea más manejable o no, pero en
general, bastante catastrófico.
En resumen
Estos son principalmente los cuatro temores más
importantes imbuidos en la psique del ser humano por herencia genética,
ancestral, desde hace miles de generaciones atrás. Estos miedos, más los
que hemos añadido a lo largo del tiempo, aunque ya no tan profundos
posiblemente, son aquellos que son explotados y exacerbados una y otra
vez por el sistema bajo el que vivimos, y son los que nos mantienen en
el estado de “controlados”, en parte desde fuera, pero principalmente
por nuestra propia mente. La élite de este planeta lo conoce
perfectamente, tanto como nosotros sabemos que 2+2 son 4.
Su complicación radica en que se ocultan en las capas
más profundas de nuestro subconsciente en el cuerpo mental, y en las
esferas pre-consciente y subconsciente de la mente, así que el único
modo de no dejarse llevar por ellos es, como hemos hecho con estos dos
artículos, sacarlas a la luz, a la esfera consciente, para ser capaces
de auto observarnos cuando sean detonados o avivados, y no dejarnos
llevar por ellos, y por las medidas asociadas que se nos quieran imponer
para paliarlos, por nuestro “bien común”, por supuesto.
fuente: aqui
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