Tener un
hijo es uno de los regalos más grandes que puede recibir una mujer, pero
no todas saben expresar su amor de manera asertiva. Hay madres que,
intentando proteger a sus hijos, se comportan de forma demasiado
sobreprotectora o controladora, de manera que terminan limitando sus
potencialidades. Cuando esto ocurre, se puede hacer referencia a “madres
tóxicas” ya que, en vez de contribuir al desarrollo de sus hijos, se
convierten en un obstáculo que afecta profundamente su equilibrio
emocional.
¿Por qué las madres se comportan de forma tóxica con sus hijos?
Muchas
madres no se comportan de forma tóxica a propósito. En ocasiones las
causas de ese comportamiento se hallan en la infancia que ellas mismas
tuvieron. Cuando profundizamos un poco en su historia, encontramos que
durante su niñez fueron controladas en exceso por sus progenitores o que
estos las humillaban, maltrataban o se mostraban distantes
emocionalmente.
Como tenemos
la tendencia a imitar el estilo educativo con el que crecimos, la
historia se repite otra vez, pero en esta ocasión la víctima se
convierte en verdugo. Se trata de un ciclo en el que la madre pone en
práctica las formas de educar y amar que le inculcaron en su niñez,
porque son las únicas que conoce. Aunque resulta curioso que muchas de
estas madres afirman que jamás les harían a sus hijos lo que les
hicieron a ellas pero, sin darse cuenta, terminan adoptando el
repertorio de comportamientos que tanto aborrecían.
En otros
casos, las conductas de las madres tóxicas se deben simplemente a
determinados rasgos de su personalidad. Por ejemplo, puede tratarse de
mujeres tan dominantes y fuertes que necesitan mantener todo bajo
control, de personas que piensan que expresar los sentimientos es un
signo de debilidad y prefieren marcar las distancias emocionales o de
madres narcisistas demasiado volcadas sobre sí mismas. En cualquier
caso, en la base de esos estilos educativos casi siempre existe una gran
inseguridad ya que esos comportamientos son una forma para reafirmarse y
ganar en seguridad.
Los 7 tipos de madres tóxicas más peligrosas
- Desdeñosa. Se trata de madres que optan por ignorar los logros de sus hijos. Si estos hacen algo por hacerla sentir orgullosa, simplemente hacen caso omiso del esfuerzo, intentan minimizarlo o lo dan por descontado. Por ejemplo, si el hijo llega con un regalo, en vez de agradecérselo, se limitan a decirle que era su deber.
El problema
es que los niños están programados para buscar la aprobación y el amor
de las madres, por lo que crecer sin su atención es muy dañino. Como
resultado, las personas que han tenido una madre así se convierten en
adultos que dudan de sus necesidades emocionales, se sienten indignos de
atención y tienen una profunda necesidad de ser amados y validados.
- Controladora. Estas madres se niegan a reconocer que sus hijos son una persona independiente, con una personalidad propia y capacidad para tomar decisiones. Básicamente, el hijo se convierte en una extensión de ellas mismas, y debe estar dispuesto a hacer todo lo que ella desee. Estas madres pretenden controlar cada aspecto de la vida de sus hijos, incluso lo que deben pensar y sentir. Normalmente imponen esas reglas se “por tu propio bien, porque solo una madre sabe lo que es mejor para su hijo”.
El resultado
de ese control excesivo suele ser una persona terriblemente insegura,
que vive con una sensación de impotencia perenne. Y es que la madre, al
no validar sus palabras y comportamientos durante la infancia, le
inculcó la idea de que no era capaz de tomar las decisiones por sí mismo
y confiar en su juicio.
- Inaccesible. Las madres distantes emocionalmente están presentes físicamente y le proporcionan a su hijo los cuidados que necesita pero no le brindan afecto. Se trata de madres inaccesibles, desconectadas emocionalmente, que no responden con empatía a las emociones de sus hijos bridándoles la confianza y la seguridad que necesitan para crecer.
Obviamente,
lidiar con una madre inaccesible emocionalmente puede ser muy difícil
para un niño ya que estos comportamientos generan malestar y confusión.
De hecho, se ha demostrado que incluso puede afectar la composición
química a nivel cerebral ya que el intercambio afectivo es fundamental
para estimular los receptores de cortisol en el niño, los principales
encargados de absorber y amortiguar las hormonas del estrés. Por eso,
estas personas pueden tener problemas para lidiar con el fracaso y las
decepciones, así como sentirse culpables por ser felices y agobiarse con
responsabilidades para compensar la ausencia emocional.
- Envidiosa. Se trata de madres que denigran activamente a sus hijos y son hipercríticas ya que sienten celos de los logros de estos. El problema es que ven a sus hijos como rivales, por lo que les declaran la guerra, de forma abierta o encubierta. Generalmente recurren a armas como la culpa y la vergüenza. En vez de reforzar la confianza del niño e inspirar su potencial, piensan que es injusto que tengan éxito cuando ellas no lo han tenido. Como resultado, intentan aplastar sus victorias, haciéndoles sentir mal o culpándoles por su propio fracaso.
Obviamente,
las personas que han crecido con una madre así suelen tener una
autoestima muy baja y a menudo se sienten culpables, incluso por cosas
que no dependen de ellos. También suelen sentir que son indignos de
cualquier logro, por lo que intentarán quitarse méritos.
- Narcisista. Se trata de madres que están muy preocupadas por las apariencias y las opiniones de los demás, que mantienen una conexión superficial con sus hijos porque están demasiado centradas en sí mismas. Vistas desde fuera, pueden parecer madres modelos, pero lo cierto es que sus hijos se convierten en una auténtica Cenicienta. Por ejemplo, si el hijo llega con un problema y necesita el apoyo de la madre, es probable que esta le diga: “tú no sabes lo que son realmente los problemas”, y comienza a hablar de los suyos, haciendo caso omiso de las dificultades y conflictos del hijo.
Este tipo de
comportamientos es muy desconcertante ya que los niños esperan que sus
madres les brinden apoyo pero, en vez de eso, se encuentran subordinados
a su ego, sometidos a una gran presión. Una madre narcisista pedirá
atención y adoración pero por mucho que su hijo se esfuerce, nunca
logrará complacerla. Estas personas, al llegar a la adultez, terminan
viviendo con miedo a que sus palabras o actos puedan ofender a otros y a
menudo establecen estándares demasiado altos para sí mismos, que
generan una tensión innecesaria en sus vidas.
¿Cómo lidiar con una madre tóxica?
El hecho de
que una madre tenga comportamientos tóxicos no significa que no ame a
sus hijos, sino que no sabe cómo relacionarse de una forma asertiva y
empática con ellos. Por eso, es importante que aprendas a lidiar con
este problema. ¿Cómo hacerlo?
– Rompe el ciclo de la toxicidad. Cuando
te percates de que tu madre muestra comportamientos tóxicos, ponle
freno. Es probable que se trate de un patrón relacional de vieja data
pero eso no significa que se debe perpetuar. Hazle saber que eres lo
suficientemente mayor como para tomar tus propias decisiones, que ella
puede opinar pero no decidir por ti ni anteponer continuamente sus
necesidades a las tuyas.
– Establece límites claros. Establece
cierta distancia, que puede ser económica, emocional o comunicacional.
La idea es que delimites un territorio propio en el que solo tú tengas
acceso. De esta manera estarás bloqueando el exceso de control y la
manipulación, le demostrarás que necesitas y estás dispuesto a alcanzar
tu independencia y privacidad, porque no eres una mera extensión de
ella.
– Céntrate en lo que puedes controlar. Es
probable que después de muchos años, no logres cambiar todo lo que te
desagrada de tu madre. De hecho, sería una misión prácticamente
imposible, pero puedes controlar tu reacción ante ello. En vez de lanzar
acusaciones que empeoren aún más la relación o intentar que entre en
razón, expresa tus sentimientos. Cuando intente desplegar sus armas,
simplemente dile: “No me gusta que te comportes así, me haces daño”. Así al menos dejas claro que no aceptas cómo te hace sentir.
– Marca una distancia de seguridad. No
se trata de alejarte por completo de tu madre, sino tan solo de marcar
una distancia de seguridad. Por ejemplo, en vez de pasar todo un fin de
semana con ella, en el que invariablemente termináis discutiendo, pasad
tan solo un día juntos. Otra estrategia es pasar tiempo junto a otras
personas, ya que de esta forma los ataques suelen cesar o tienen un
alcance más limitado. Se trata de descubrir las situaciones que te hacen
sentir mal y evitarlas.
– Blíndate contra las emociones negativas. Cuando
tu madre utilice sus clásicas técnicas de sabotaje emocional, intenta
no prestarles atención. Después de todo, la basura emocional solo se
puede quedar en tu interior si le haces espacio. Por ejemplo, si te dice
que esa ropa te sienta fatal, porque quiere minar tu autoestima,
respóndele con seguridad diciéndole que a ti te gusta y que no te
cambiarás. También puedes explicarle que ese momento no es el mejor para
discutir cierto asunto, que hablarán de ello cuando esté menos alterada
y más dispuesta a escucharte.
– Sé asertivo y fomenta la comunicación. Intenta
abrir un espacio de comunicación asertivo donde expongas tus puntos de
vista y deseos de una manera abierta. Después de todo, tu madre te
quiere, el problema es que no sabe encauzar adecuadamente esa
preocupación que siente por ti. Por tanto, explícale cómo te sientes y
cómo te limitan sus comportamientos. Intentad buscar la mejor solución
para ambos porque en los conflictos interpersonales, solo se gana cuando
ambas partes ganan.
Por Jennifer Delgado – Ricón de la Psicología
fuente: aqui
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