Es bien sabido que nuestra personalidad influye de forma directa en la forma de comunicarnos. Dado que somos animales de tendencias, es preciso que conozcamos las opciones más comunes para saber cómo actuar con cada tipo de persona.
Así, resulta verdaderamente útil e interesante saber cómo
nos podemos comportar ante comunicadores tóxicos que solo quieren discutir o
que siempre pretenden llevar la razón. Como ya veremos a continuación, la
paciencia, la asertividad y la empatía son aspectos comunes que siempre debemos
mantener.
Tipos de personalidad
1. El indeciso
Suelen tener muchas dudas y ser inseguros, de modo que
requieren mucha atención y dedicación para que nos interpreten de forma
correcta. Son personas que buscan tener muchas opciones a la hora de actuar
para evitar el arrepentimiento. Por ejemplo, comparan muchos productos en el
supermercado antes de decidirse a comprarlo.
Puede ser complicado relacionarnos con ellos. No es adecuado
imponer un punto de vista adecuado o mostrar excesiva seguridad, pues se
aferrarán a esto y frenarán su desarrollo. Lo mejor es fomentar la tranquilidad
y confianza con palabras que favorezcan la cooperación, la empatía y la
escucha.
Hay que evitar hacerle sentir un bicho raro por su indecisión.
No debemos ser muy concretos ni desgranar en exceso el comentario que queramos
hacer, puesto que es probable que se centre en aspectos que no son demasiado
relevantes.
2. El silencioso
Este tipo de personas no nos ofrecen información sobre sus
emociones, ni positivas ni negativas. Se lo guardan para ellos, al igual que
gran parte de sus opiniones. Suelen reflexionar mucho sobre la situación en la
que está, nos observan y analizan cuáles son nuestras características
principales.
La actitud que más facilitará nuestra relación con ellos es
una disposición empática y amable. La mejor forma de que perciban que nos
interesamos por ellos y se sientan cómodos es que hagamos preguntas cerradas,
es decir, que favorezcan respuestas de Sí o No.
El hecho de que sean personas que hablan poco o nada, nos
puede hacer pensar que no nos escuchan y, por ello, favorecer que elevemos la
voz. Esto resulta bastante incómodo y debemos evitarlo. Además, si se animan a
hacer algún comentario es mejor que no les interrumpamos.
3. El egocéntrico
Se trata de una persona que cree que sabe de todo y que nos
hace creer que tiene una opinión firme y fundada sobre cualquier tema del que
hablemos. Se muestra superior, no acepta consejos e intenta controlar siempre
la situación.
Se trata de un tipo de personalidad tóxica para sí mismo en
primer lugar. Solo le agradan los elogios y en todo momento hace alusión a sus
grandes conocimientos sobre lo que se esté hablando en la conversación,
menospreciando lo que los demás dicen.
A la hora de relacionarnos con ellos y no morir en el
intento, debemos de ser muy objetivos y concretos, probando nuestros
conocimientos con información veraz. Es clave que nos mostremos asertivos,
empáticos y en actitud de escucha para facilitar una buena interacción.
Si consideramos que es superior a nuestras fuerzas, debemos
de retirarnos de forma sutil sin cerrar la puerta del todo. Evitaremos
interrumpir de forma radical una conversación, discutir o mostrar impaciencia o
desconocimiento.
4. El reflexivo
Este tipo de personas tienden a buscar gran cantidad de
información sobre un tema tratado. A la hora de relacionarnos con ellos es
necesario que seamos pacientes y aportemos la información de la que dispongamos
de forma objetiva y completa.
Es importante que les dejemos pensar y nos adaptemos a su
ritmo si queremos tener una comunicación fluida. Debemos evitar las prisas,
pues son malas consejeras y es inadecuado que les obliguemos a decantarse por
una u otra opción, les forcemos a hablar o les pongamos nerviosos.
5. El conversador
A este tipo de personas les gusta hablar de cualquier cosa,
da igual el tema tratado en el inicio. Puede saltar de una conversación a otra
de forma constante, por lo que requieren que les prestemos atención constante.
Siempre se interesan y tienen en cuenta lo que los demás
tienen que decir. Por eso, a la hora de relacionarnos con ellos, es importante
que seamos concretos y vayamos por puntos. Es necesario procurar que el
entusiasmo no decaiga y no debemos mostrarnos cansados o abatidos.
6. El discutidor
Estamos otra vez ante un tipo de personalidad que puede
ahogarnos. Este tipo de personas, en su afán por contrastar y discutir sobre
todo, puede resultarnos pesada, hacernos dudar o responsabilizarnos.
Ante estas personas nos envuelve una nube tóxica con aires
de superioridad y de grandeza que puede poner límite a nuestra paciencia.
Es importante que nos mantengamos firmes y aportemos datos
que refuercen nuestras opiniones para que éstas no sean engullidas por su ego.
No es conveniente que entremos a discusiones o mostremos debilidad, así como
tampoco es adecuado dejarse impresionar por sarcasmos o críticas personales.
7. El tímido
Las personas reservadas no suelen mirar a los ojos y ponen
grandes distancias entre ellos y los demás. La postura que mantienen suele ser
encorvada y sugieren inseguridad. Les cuesta mucho preguntar por miedo a hacer
el rídiculo y sentirse temorosos o ansiosos.
Podemos aumentar la seguridad de estas personas aportando y
reforzando lo positivo, dando consejos y ofreciendo ayuda para que la persona
se sienta cómoda y liberada.
Es clave que el contexto sea tranquilo y favorezca el
contacto visual progresivo, así como una comunicación no verbal que no invada
la intimidad del otro. No es aconsejable la mirada fija, pues implica cierto
reto que perjudicará que esta persona se abra ante nosotros.
8. El incrédulo
De nuevo nos topamos con personas que vampirizan la
comunicación. Mantienen una actitud defensiva constante, maximizan lo negativo
y minimizan lo positivo.
Suelen estar predispuestos a no cambiar de opinión, por lo
que no tienen interés en discutir y tienden a hacer alusión a un intento de
manipulación por parte de su interlocutor.
Es importante que seamos muy objetivos a la hora de
hablarles para no darles opción de que nos malinterpreten. Dada su tendencia de
hacer una montaña con un grano de arena, seremos cautelosos, asertivos,
empáticos y seguros.
La paciencia es la madre de la ciencia, por lo que manifestaremos tranquilidad y no les dejaremos solos, pues de hacerlo reforzaría su idea sobre la falta de atención.
fuente: aqui
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