Caer nunca es un problema. El problema es permanecer abajo.
Existen muchos mantras que pueden ayudarnos a través de los momentos en los que resbalamos: ¡Súbete de nuevo al caballo! ¡Levántate y sacúdete el polvo! ¡No hay errores si aprendemos de ellos!
Pero ¿qué hay de los momentos en los que caemos y simplemente no sabemos cómo levantarnos?
En algún punto esto nos ocurre a todos. Existen momentos en los que
parece que no podemos encontrar una salida de la oscuridad. Todo parece
incorrecto. Nada de lo que hemos hecho parece estar funcionando. Nada se
siente bien.
Uno de los grandes kabbalistas, el Baal Shem Tov, enseñó un increíble
secreto. Si escoges continuar en momentos como estos, a pesar de la
falta de deseo o claridad, si tomas la decisión de seguir hacia adelante
a pesar de los momentos difíciles, al final no sólo verás las razones
por las cuales éste era el proceso que tenías que atravesar, sino que
verás una verdad incluso más grande: Que realmente nunca caíste porque
todo era parte de un plan más grande.
¡Este es un obsequio inimaginable! Existe una gran diferencia entre
tener fe en que todo ocurre por una razón y de hecho comprender las
razones tú mismo. Rendirnos es lo que nos alejará de alcanzar ese estado
de claridad. Gracias a la perseverancia es que vemos la película
completa.
Nunca te rindas. Descansa si debes hacerlo, pero ¡no renuncies!
Con perseverancia no sólo tenemos éxito sino que también develamos las bendiciones que yacen ocultas en nuestros fracasos
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