Cuando atravesamos una dificultad o un momento doloroso, es fácil
volvernos tan absortos en nuestra propia historia que descuidamos las
necesidades de aquéllos a nuestro alrededor.
Las pruebas más grandes en la vida son los momentos en los que se nos
otorga una oportunidad de ayudar a otros a pesar del hecho de que
estemos sufriendo a través de nuestra propia tormenta.
Aprovechar esas oportunidades es lo que hace que la tormenta se calme, que las nubes se alejen y que la Luz brille.
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