“Diez sefirot de la Nada y 22 letras fundamento”
"Diez sefirot belimah. Su medida es diez y sin embargo el infinito.
Su fin está enraizado en su principio, como una llama que se junta a una brasa.
Conoced, reflexionad y visualizad que el Creador es Uno, sin segundo.
¿Qué podéis contar antes de uno?"
Sepher Yetzirah
Los 32 caminos del Arbol de la Vida hacen referencia a las diez
sefirot y los 22 senderos que las unen y que representan a las 22 letras
hebreas. Las "diez sefirot de la Nada",
pues son conceptos puramente ideales, sin sustancia de ningún tipo. Las 22
letras en cambio son el Fundamento de
todo lo creado, pues “formó con ellas
todo lo que ha sido y será alguna vez formado”.
La palabra sephiráh,
en plural sephirot, deriva de una
raíz que significa literalmente “cuenta”, y aparece por primera vez en el Sepher
Yetzirah (s. IV ac). En él se definen los diez sefirot como principios del
universo y grados de la creación. En el Zohar se hace una distinción entre la
sefirá Kether como Cabeza y Fuente de toda Luz y las nueve
sefirot restantes, a las que llama los
nueve Palacios, y afirma que “…a
pesar de ser nueve son solo uno, por ser su única esencia el Pensamiento y por
estar únicamente vinculados a él”.
Numeradas de 1 a 10, cada esfera o sefirá representa una “vasija” en la que la Fuente, Kether, vierte un contenido que va desde
lo más sutil, en Jokmah, a lo más
denso, en Malkut. La esfera undécima, Daat, no se encuentra en la misma dimensión que las demás, por eso
se la conoce como “esfera oculta”o “no esfera”.
Estas Emanaciones Divinas representan distintos atributos de Dios, cuya manifestación depende del
mundo o nivel en que se encuentren :
En el Mundo de Atziluth se manifiestan como
los diez Sagrados Nombres de Dios.
En el Mundo de Briáh se manifiestan a través
de los 10 Arcángeles.
En el Mundo de Yetziráh cada sefirá se
manifiesta a través de una Hueste
Angélica.
En el Mundo de Assiáh se manifiestan en los
llamados Chakras Mundanos: el Primum
Mobile y la Esfera del Zodiáco.
En cada uno de
los mundos las esferas tienen un color determinado. Generalmente, y tal y como
se muestra en la imagen de la izquierda, los colores son los atribuídos al
Mundo de Briah.
Además cada sefirá
se corresponde con un Chakra Mundano: planeta, sol o luna, como podemos ver en
la imagen derecha.
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Al estudiar cada una de las sefirot indicaremos las distintas correspondencias, así como el significado más profundo de la sefirá en particular.
Los Qlifot
Los Qlifot o Qlippoth
en la Cábala son manifestaciones del mal, el cual se desencadena cuando se
produce un desequilibrio. Dion Fortune considera que el qlifot es
la otra cara de la sefirá, su aspecto negativo, que se manifiesta cuando hay un
exceso o defecto de lo que ésta representa. En Los Ejes del Arbol de la Vida
vemos como el equilibrio entre una polaridad representada por dos sefirot
opuestas puede romperse por un excesivo “peso” en una de ellas, hasta el punto
de que la separación consecuente entre ambas es tal que se manifiesta lo diabólico. El Zohar
atribuye la causa primaria del mal al acto de separación. En este acto de
separación lo que estaba unido se volvió dividido, y los límites entre una cosa
y otra pueden ser considerados como un caparazón
(el significado literal de Qlifot
es cáscara). La separación primaria fue la división del Árbol de la
Vida en dos pilares: el Pilar de la Misericordia y el Pilar de la Severidad.
Al comenzar la dualidad en la
manifestación se pierde la Unidad original.
Los Qlifot se identifican también con los demonios y lo
demoniaco. Un caparazón, un residuo, un cadáver, inspira temor si
repentinamente cobra vida, pues no hay vida real en él.
Isaac Luria ve el origen de los
Qlifot o “caparazones” en el desequilibrio energético producido en el comienzo
de la creación. La Luz del Rayo Relampagueante era tal que solo las tres primeras sefirot pudieron
contenerla. Se produjo en el resto de sefirot la llamada shebirá o “ruptura de recipientes”, y las “cáscaras” o
“caparazones” de éstas dieron origen a los Qlifot. Luria introduce el concepto
de Tikún תּקּוּךּ, literalmente reparación, en la que será el hombre quien coopere para reconstruir
la Unidad perdida, otra de cuyas consecuencias es el exilio de la Shekináh, la Presencia Divina, vista
como el aspecto femenino de Dios y llamada por ello la “Divina Princesa”. Luria
considera que cada ser humano tiene como misión sagrada esta restauración del
equilibrio cósmico, entronizando a la Divina Princesa en su puesto, lo que en
el hinduismo se expresa en la unión de Shiva
y Shakti.
En la tradición
europea la Shekináh aparece como la Princesa cautiva por el dragón. El
caballero debe vencer a este dragón, que simboliza nuestra parte menos
evolucionada e ignorante, para poder rescatar a la princesa y
desposarla.
San Jorge vence al dragón que custodia a la princesa, arquetipo del rescate de la Shekináh |
fuente: aqui
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