Nuestras costumbres influencian nuestro estado físico y emocional, además de programar nuestro comportamiento que acaba por definir nuestra vida. Hay hábitos de los que sería mejor olvidarse, evitar a como dé lugar. Algunos de ellos son los siguientes:
Las raíces de la pobreza empiezan a
crecer cuando la auto-compasión y brotan las quejas acerca de lo
“miserable” de tu vida. No tienes la figura que deseas, no tienes los
ingresos que querrías, la educación que recibiste no es la que
necesitabas, tu casa no es como la de la revista, el clima de hoy no te
agrada, el vendedor en la tienda no te escuchó como debía, y todo,
absolutamente todo a tu alrededor puede ser un motivo para sentir
lástima de tí mismo y quejarte de tu mala suerte.
Entre tanto, las personas que tienen la
costumbre de autocompadecerse van perdiendo la simpatía de quienes los
rodean. Y es que claro nadie quiere compadecerse eternamente de alguien
así, con una vida llena de malas noticias. Nadie espera nada de un
hipocondríaco crónico, se sabe que lo único que puede hacer es gimotear y
por eso tampoco es común que se lo invite a nada ni se le tenga en
cuenta. Para alguien así es muy difícil entablar relaciones personales
que a su vez son muy importantes para forjar una carrera y conseguir un
trabajo interesante. Autocompadecerse es la mejor manera de ganarse un
sueldo miserable y tener una vida gris.
2. Costumbre de ahorrar en todo
Si en la tienda siempre vas en busca de
la sección de rebajas, si piensas que les pagan más a tus colegas del
trabajo aunque trabajen menos; si nunca le prestas nada a nadie, no
dejas ni la más mínima propina a los camareros eso significa que la
costumbre de la pobreza ya ha hecho nido en tí.
Los analistas dicen que intentar
economizar en todo está lejos de ser signo de ahorro razonable y por el
contrario es un síntoma de que la persona es incapaz de balancear sus
gastos y sus ingresos.
3. Costumbre de medir todo en dinero
Sólo las personas en cuyas mentes crece
la pobreza piensan que la única manera de ser feliz es tener un salario
con gran cantidad de ceros y que no hay lugar para la alegría si no se
tiene ropa cara, casa propia y un automóvil de alta gama. Los sociólogos
aseguran que al responder a la pregunta ¿qué necesitas para ser feliz?
sólo aquellos con una mentalidad de pobreza empiezan enumerando los
bienes materiales, mientras que aquellos con un punto de vista mejor
enfocado mencionan el amor y la amistad en primer lugar. Lo interesante
es que este último tipo de personas rara vez hablan de cuentas bancarias
porque piensan que la riqueza se mide en la capacidad de generar
ingresos y tener visión. Una persona verdaderamente exitosa no depende
del tamaño de su saco de oro.
4. Costumbre de entrar en pánico cuando el dinero se acaba
Si con sólo pensar que se puede ser
parte de la próxima oleada de despidos, el pulso se acelera y eso puede
ser un síntoma de una mente programada para la pobreza. La verdad es que
el dinero es un fluido que va y viene.
5. Costumbre de gastar más de lo que se gana
Si trabajas en dos lugares pero aún así
no te alcanza el dinero, es hora de cambiar algo en tu vida. Si una
persona no logra entender en qué se diferencia un crédito de otro lo más
probable es que nunca llegue a conocer la estabilidad económica.
6. Costumbre de hacer lo que no te gusta
¿Si no lo hago yo, entonces quién lo
hará? Los psicólogos afirman que las personas cuyos empleos no les
satisfacen están potencialmente programados para la pobreza y lo que
podríamos llamar “mala suerte“. La razón está en los sentimientos que se
despiertan en la persona al tener que ocuparse de asuntos que no le
gustan. Para desterrar esa costumbre es necesario hacer no lo que
alguien más necesita, sino lo que más nos produzca satisfacción. Sólo en
ese caso es posible ver resultados “milagrosos”. Ya dicen por ahí, si
vas a ser zapatero, debes ser el mejor; y con razón, si te gusta lo más
probable es que acabes teniendo una zapatería.
7. Costumbre de no tener una buena relación con las personas de tu familia
Aunque podría parecer que tener malas
relaciones con los miembros de tu familia no es algo tan grave, en
realidad eso genera una especie de “tabú” mental y un malestar que
podría llegar a convertirse en odio. El odio se convierte en amargura y
la amargura en pobreza mental, que a su vez no permite ningún tipo de
cambio ni perdón.
fuente: aqui
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