“En los años 60 se investigaron y reconocieron los cambios fisiológicos que provoca la meditación: descenso de los latidos cardíacos, de la frecuencia respiratoria, de la tensión muscular y arterial y disminución del consumo de oxígeno (…)”“Cuando meditas, partes concretas del cerebro emiten ondas theta, que alivian el estrés y a largo plazo producen una sustancial reducción de la ansiedad; AUMENTAN LA HABILIDAD MENTAL, impulsan la imaginación y la creatividad; reducen el dolor, producen un estado de euforia y estimulan la secreción de endorfinas”“Investigaciones recientes demuestran que las personas que meditan tienen más gruesa la capa de la corteza cerebral. Otro estudio demuestra que los meditadores viven más años. Cuando baja el estrés, baja el cortisol y se eleva el sistema inmune, sí, y afecta también a una serie de sustancias que controlan las células tumorales. Afecta al sistema inmune, anticancerígeno y al corazón”Are Holen, psiquiatra noruego
¿Cuáles son los beneficios que se consiguen a través de la meditación? Se pueden resumir del modo siguiente:
Relajación física 
La meditación implica un permitir, un 
dejar pasar, una capacidad progresiva para renunciar a la tensión física
 y mental. Pero también lleva implícita una relación especialmente 
benéfica, que se traduce en una plena atención, un estar alerta que 
garantiza que cada cuerpo utiliza la cantidad de energía estrictamente 
necesaria no sólo para que permanezca sentado y con la espalda erguida, 
sino también para que realice, sin dificultades, las tareas físicas 
diarias. Dicho en otras palabras, la meditación reeduca el cuerpo, eliminando los malos hábitos de la tensión física y los sobreesfuerzos innecesarios
 que solemos asumir desde una etapa excesivamente temprana de la vida, 
además de procurar una mayor consciencia corporal. En efecto, el 
meditador está en armonía con su cuerpo, hasta el punto de percibir la 
tensión y relajarla.
Más consciencia sobre los procesos del pensamiento 
Eso no significa que el meditador pueda
 ni deba interrumpir a su antojo, los pensamientos o ideas indeseables, 
sino que gracias a la fuerza de la atención los pensamientos no pueden 
dominar su mente. La persona es consciente de sus pensamientos, pero sin estar atado a ellos. De este modo, las ideas ingratas no consiguen preocupar, inquietar o perturbar tanto la mente del meditador.
Tranquilidad creciente y capacidad para superar el estrés
Al igual que los pensamientos dejan de 
tener poder para dominar al meditador, lo mismo sucede con las 
emociones. La persona puede sentir tristeza o enfado, pero tal y como 
sucede con las ideas, esas emociones se mantienen a una considerable 
distancia del meditador, el cual, a pesar de ellas, experimenta una poderosa sensación de paz y tranquilidad interior.
Desarrollo de la consciencia
La consciencia consiste en la capacidad para darse cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor,
 y de desviar la atención de una cosa a otra tan pronto como hace su 
aparición, en lugar de distraerse con los pensamientos y diálogos 
interiores de cada día, como si estuviésemos soñando despiertos.
Fomento de la autocomprensión
Si nos preguntaran si nos conocemos a 
nosotros mismos, generalmente responderíamos que sí. Pero, en realidad, 
la mayoría de nosotros somos unos perfectos extraños en nuestra propia 
mente. Tendemos a vivir en la superficie de nuestra vida interior, y 
sólo tenemos presente los pensamientos superficiales, ignorando lo que pasa en los niveles más profundos del inconsciente. Incluso pasamos por alto de dónde derivan nuestras ideas o cuáles son sus orígenes.
Desarrollo del pensamiento creativo
La creatividad implica acceder o abrirse a los niveles inconscientes de la mente,
 donde nacen los pensamientos originales. Cuanto más sosegada esté la 
mente consciente, más capaces seremos de alcanzar dichos niveles.
Desarrollo de la memoria 
Una buena parte de nuestro olvido se 
debe a nuestra incapacidad para concentrarnos en lo que sucede en el 
entorno, y, en consecuencia, para almacenarlo en nuestros bancos de 
memoria. En gran parte se debe a la interferencia de la mente 
consciente, sobre todo cuando estamos preocupados o ansiosos, como por 
ejemplo, antes de hacer un examen. La meditación ayuda a apaciguar estas emociones inhibidoras y nos permite recordar las cosas en el momento necesario.
 El ejercicio y desarrollo de la consciencia también contribuye a 
potenciar la memoria. En este sentido, no conseguiremos recordar las 
cosas con regularidad a menos que seamos plenamente conscientes de 
ellas. Con frecuencia, acusamos a los niños de “estar en las nubes” o de
 olvidar cosas que para nosotros son importantes. Pues bien, el problema
 consiste (por lo menos parcialmente) en que pasamos tanto tiempo 
diciéndoles que piensen, que cerramos una buena parte de su consciencia 
del mundo exterior.
Fomento del desarrollo espiritual
No hace falta ser religioso o estar 
interesado en la religión para reconocer el valor intrínseco de la 
meditación, a pesar de que, en muchas de las tradiciones religiosas del 
mundo, ésta es inseparable del desarrollo espiritual. Por el momento, no
 es necesario añadir nada más sobre esta cuestión, salvo que para todos 
los practicantes, cualesquiera que sean sus creencias religiosas, la meditación les puede ofrecer una nueva forma de ver el mundo,
 una vía en la que la interdependencia de todas las cosas se transforma 
en una experiencia vívida, y en la que los sentimientos de compasión y 
de amor hacia el prójimo se convierte en una parte integral de la visión
 del entorno.
Además de estos beneficios psicológicos y espirituales, la meditación también es provechosa en términos de salud.
 Aunque varía de una persona a otra, en general se puede incluir el 
descenso de la tensión arterial, el descenso del ritmo cardíaco y otros 
muchos beneficios psicológicos derivados de la relajación y del descenso
 de los niveles de estrés. Estos beneficios no sólo actúan durante la 
práctica concreta de la meditación, sino que se extienden a la vida 
diaria. Habitualmente, los meditadores se sienten más tranquilos y menos propensos a la ansiedad y a las emociones negativas,
 así como más capacitados para afrontar los desafíos y las tensiones 
propias de la vida. Por otro lado, al tener en orden sus ideas en la 
mente gracias a las prácticas de meditación que han realizado antes de 
ejecutar cualquier tarea que exige un esfuerzo agotador, muchas veces 
son capaces de hacerla de un modo más satisfactorio y con menos presión.
La meditación no es algo que sólo se pueda hacer sentado en un almohadón con las piernas cruzadas, sino que también se puede meditar de pie, tumbado o sentado en una silla.
 El estado mental es mucho más importante que la posición del cuerpo, 
aunque estar sentado con la espalda recta ayuda a ejercer la atención y 
la atención constituye una parte fundamental de la meditación. Por otra 
parte, la meditación tampoco es algo que sólo se pueda realizar en el 
silencio y la intimidad del dormitorio. En realidad, se puede meditar 
prácticamente en cualquier parte (en un tren, esperando el autobús, antes de asistir a una reunión o a una entrevista, etc.) y en cualquier momento del día.
A diferencia de muchos adultos, los niños no suelen sufrir de tensión arterial alta o trastornos cardíacos, aunque es probable que las semillas de éstas y de muchas otras enfermedades típicas de los adultos se gesten durante la infancia.
 Cuanto más ayudemos a los niños a estar en paz con su propio cuerpo, 
más posibilidades tendremos de estar ayudándoles a evitar esas letales 
patologías en el futuro.
fuente: PREPAREMONOS PARA EL CAMBIO

 
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