Los
principales síntomas de esta dolencia son: inflamación ocular,
sensación de tener arenilla en los ojos, fuerte picazón o ardor, y
aparición de secreciones, a menudo purulentas, que llegan a pegar los
párpados durante la noche.
Ante estos síntomas se debe acudir inmediatamente al oculista o al médico de cabecera.
La
medicina del huerto conventual conoce plantas que ayudan a mitigar las
molestias que causa esta enfermedad, al mismo tiempo que aceleran la
desaparición de la inflamación, tanto si es originada por bacterias como
por sustancias irritantes. En estos casos, eufrasia y manzanilla son
las especies más indicadas.
Cubrir
los ojos con compresas tibias de eufrasia (una cucharada por cada medio
litro de agua, calentada durante diez minutos y sin diluir). También
puede combinarse la eufrasia con manzanilla, árnica u hojas de nogal, y
se obtendrán efectos parecidos.
Se
recomienda compresas de corteza de roble o de hinojo, que proporcionan
un efecto calmante más eficaz que el de las conocidas compresas de
manzanilla.
Las
infusiones de eufrasia pueden utilizarse tanto para compre¬sas frías,
que se aplicarán de diez a treinta minutos sobre los párpados cerrados,
como para baños oculares fríos.
Además de
la eufrasia, también la valeriana, el hinojo, el saúco, la manzanilla,
la centaura, el llantén, el meliloto y la achicoria resultan adecuados
para compresas frías y baños oculares calmantes.
Nota importante: la eufrasia jamás debe administrarse a los niños.
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