No existe tal cosa como algo “malo”. No realmente. Por lo menos no en el contexto de la Kabbalah.
Éste puede ser un concepto impactante al principio pero también puede que sea un gran alivio y una inspiración para ti.
Los kabbalistas enseñan que el camino hacia la realización es a
través de tomar cualquier forma de negatividad como el egoísmo, la ira,
los celos o el odio y transformarlos hacia la naturaleza del Creador
(cualidades como el amor incondicional y el compartir). Cuando alineamos
nuestra conciencia y nuestras acciones con esta fuerza infinita de
compartir, nos conectamos a las inmensurables bendiciones y a la
plenitud que el Creador desea otorgarnos.
Desafortunadamente, cuando comenzamos a sincerarnos con nosotros
mismos acerca de nuestra negatividad, puede que nos enfrentemos con una
tarea sobrecogedora. Tenemos mucho sobre lo cual trabajar y sentimos, si
es que no lo sabemos ya, que podríamos ser mejores. De hecho, algunos
de nosotros somos atraídos de manera natural a enfocarnos en los
aspectos negativos de nuestro comportamiento. Somos nuestros propios
críticos Vemos nuestros errores y las fallas de nuestro carácter como
algo “malo” o algo por lo cual sentirse avergonzado. Sin embargo, esta
línea de pensamiento pierde por completo el punto.
Si la realización se obtiene al transformar nuestra negatividad en
positividad, entonces mientras más negativos somos, potencialmente
podemos obtener más realización.
Y por cierto, aquí existe una verdad universal secreta: ¡con sólo ver
tu negatividad estás a mitad del camino para ganar la batalla!
Para poder encontrar todo lo bueno que está enterrado en lo profundo
dentro de nosotros, debemos primero descubrir las partes opuestas de
nuestra naturaleza. Entonces así hacemos que esa bondad se manifieste en
nuestra vida por medio de nuestra propia transformación. Nunca te
sientas mal por como eres.
No tienes nada de qué avergonzarte.
Cada uno posee su propia colección de imperfecciones diseñadas a la medida. Y todos cometemos errores.
Nuestras cualidades
negativas son como pedazos de carbón esperando a que los transformemos
en diamantes. Es así como ganamos nuestra plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.