Las personas tienden a rezar más cuando están en problemas.
Sin importar cuán evolucionados espiritualmente pensemos que somos,
todos hacemos esto de alguna manera. Cuando las cosas salen mal,
comenzamos a reexaminar nuestra vida. Decidimos comenzar a hacer que
cada día valga la pena, a compartir más con nuestros seres queridos y a
dedicarnos a una vida guiada por los principios espirituales.
Esto es a lo que mi padre y maestro, el Rav Berg, frecuentemente se
referiría como Espiritualidad Reactiva. De hecho, puede que sea la
Espiritualidad Reactiva lo que te trajo a un camino espiritual en primer
lugar. Quizás atravesabas un periodo difícil y necesitabas alguna guía,
o quizás sentiste algún vacío, un anhelo por algo más.
Eventualmente, para permanecer en un camino espiritual es esencial hacer el cambio hacia la Espiritualidad Proactiva.
No tenemos que esperar a que las cosas salgan mal en nuestra vida
para empujarnos a cambiar. No necesitamos las llamadas de atención para
comenzar a tomar acciones. No queremos una vida de subidas y bajadas, de
días buenos y días malos, de elevaciones extremas seguidas de caídas
aparatosas. Es 100% posible que cada día sea un poco mejor que el
anterior, que seamos un poco más fuertes de lo que éramos ayer y que
estemos un poco más cerca de la realización plena.
Cuando las cosas salen bien para nosotros, podemos utilizar esa
energía y enfocarla en hacer cosas buenas para los demás. Cuando la vida
resulta genial, es el momento en el que más queremos comprometernos con
el cambio y con el crecimiento personal, salir de nuestra zona de
comodidad y amar a nuestro prójimo de manera más incondicional.
Éste es el camino de la Espiritualidad Proactiva.
Es parte de la naturaleza
humana buscar la Luz dentro de nuestras horas más oscuras, pero es lo
que hacemos en los momentos en los que sentimos la Luz lo que nos
llevará a través de las horas más oscuras.
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